Prólogo

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Aprendizaje


Siempre pensé que el aprendizaje consistía en memorizar un montón de definiciones y datos que venían escritos en libros. Creía que si no sacaba notas excelentes significaba que no había aprendido lo suficiente. Necesitaba exámenes aprobados, títulos académicos de prestigiosas universidades y, sobre todo, de las carreras más conocidas. 

Sin embargo, las vivencias de este año me han hecho darme cuenta de que no hay ningún modo posible de medir el aprendizaje. Existen muchas formas de aprender y una de ellas es a través de los libros. Pero, sin duda, la más importante se adquiere gracias a las experiencias que la vida nos ofrece.

¿Existen libros que nos enseñan a conservar una amistad o a cómo comportarse cuando vas encontrando nuevos amigos?  ¿Acaso hay algún manual que explique todos los secretos del amor? ¿Algún libro que te prepare para enfrentarte a tus mayores miedos?  

El aprendizaje es vida y experiencias. 

Este año aprendí a valerme por mí misma. Aprendí a no conformarme con poco y aspirar a más. Aprendí a salir de mi zona de confort y hacerle frente a mis miedos. Aprendí que no tengo que ver solo el resultado sino también el esfuerzo, y que si no sale a la primera, hay que seguir intentándolo, las veces que sea necesario, hasta que salga. Porque lo más importante es no rendirse. Aprendí a dejar que las cosas fluyan, que sigan su curso.

Aprendí a perder el control, a dejar ese mundo perfecto y estructurado en el que vivía, porque a veces se ganas más cuando el control se pierde. Aprendí a confiar más en las personas, que no todos son malos y merecen una oportunidad. Aprendí que los amigos son lo más importantes. Aprendí que quién de verdad te quiere está a tu lado, se preocupa, te apoya, te aconseja, te obliga a levantarte para seguir adelante y confía en vos, aunque hayas perdido toda esperanza.

Aprendí a no callarme, a decir lo que siento y pienso aunque al otro le moleste porque no hay peor mal que aquello que se guarda. Aprendí que no está mal estar enfermo, a no ocultarlo. Aprendí a sentir, la tristeza, el dolor, la felicidad, la nostalgia. Aprendí a festejar mis glorias y a aceptar mis fracasos. Aprendí a no cubrir las expectativas de los demás. 

Yo que soy muy de acelerar, aprendí a frenar y aprendí que lento se disfruta más. Antes tuve que aprender a sobrevivir. Este año elegí aprender a vivir.


Harper Richter

Eterno RetornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora