† Entre Tinieblas, Surge Rose

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La obsesión por conocer a Rose se apoderó de mi mente. No podía soportar la idea de que ella, que no era una muerta, aún estaba viva, tuviera control sobre mi vida y provocara esos fenómenos perturbadores. Necesitaba entender su conexión con Lucy y cómo lograba manipular la realidad a su antojo.

A medida que profundizaba en mi investigación, descubrí detalles sobre la relación entre Rose y Lucy. Historias de amor que parecían idílicas, pero que ocultaban sombras de manipulación y exigencias desmedidas por parte de Rose.

La pregunta que me atormentaba seguía sin respuesta: ¿por qué Rose era tan especial para Lucy? ¿Por qué yo, a pesar de haber cambiado y mejorado mi vida, seguía siendo tratada como una mera utilidad?

La casa, impregnada de esa extraña energía, me hacía sentir atrapada. Cada rincón parecía susurrar secretos oscuros que solo Rose conocía. Aunque le pedí a Lucy mudarnos en varias ocasiones, sus promesas vacías resonaban en mi cabeza, sin que nada cambiara.

La oscura conexión entre Rose y Lucy se volvía más evidente para mi. Mis emociones oscilaban entre el odio profundo hacia Rose y el miedo paralizante . La casa, como un testigo silencioso, guardaba secretos que se manifestaban en fenómenos inexplicables.

Decidí adentrarme aún más en la vida de Rose, buscando respuestas en cada rincón de la información que lograba obtener. Mi obsesión se convirtió en una búsqueda desesperada por entender y, al mismo tiempo, prepararme para enfrentar a ese enemigo invisible que acechaba mi vida.

Las tardes se convirtieron en mi refugio secreto en un café internet, donde me sumergía en las profundidades de las redes sociales. Aprendía a navegar en este nuevo mundo virtual que me maravillaba para desentrañar los misterios que envolvían la vida de Rose. Buscaba cualquier rastro que pudiera arrojar luz sobre su vida, conexión con Lucy y los secretos que guardaban.

En mi incansable búsqueda, no dejé rincón sin explorar en el ático de la casa. Cada objeto, cada rincón, contenía la posibilidad de revelar más sobre la enigmática Rose. Escudriñaba entre cartas, documentos y recuerdos que habían quedado atrapados en ese lugar.

Cada visita al ático era como adentrarse en un laberinto de recuerdos olvidados y secretos ocultos. La energía que emanaba de aquel espacio parecía palpitar con los susurros del pasado, incitándome a descubrir la verdad que se escondía entre las sombras.

Con paciencia y determinación, me sumergí en el vasto océano de información digital y en los misteriosos rincones de la casa, preparándome para enfrentar las respuestas que podría encontrar. La obsesión por conocer a Rose se volvía una fuerza impulsora, llevándome cada vez más cerca de la verdad que ansiaba descubrir.

Te transmito el conocimiento reunido:

Descubrí la forma de pensar y ver el mundo de Rose, y me encontré con una inmadurez que contrastaba con su edad. A pesar de ser bastante mayor que yo, su comportamiento se asemejaba al de una niña consentida. Incluso con todos mis traumas, yo no me comportaba de esa manera.

Rose no trabajaba y no había completado sus estudios. Su vida giraba en torno a fiestas y aún vivía con sus padres. Yo conocía su dirección.

Su mayor desilusión radicaba en ser una artista frustrada. Anhelaba la fama y se consideraba talentosa y hermosa, aunque la realidad no lo respaldara. Eso la llevaba a la depresión con la que Lucybell tenía que lidiar.

Rose tenía una percepción poco realista de sí misma y su entorno. Le gustaban las cosas caras, pero carecía de los recursos para sostener ese estilo de vida y creía que Lucy debía proporcionársela. Quería la fama sin tener contactos ni suficiente talento.

No había terminado sus estudios porque prefería disfrutar la vida en lugar de invertirla en la universidad. Lucy la apoyaba en su carrera, pero ella no lo llevó a cabo.

Rose dejó a Lucy en busca de una relación idílica, creyendo que solo la encontraría en un hombre. Persiguiendo al hombre perfecto y anhelando una vida de cuentos, adoptó la imagen de una princesa, vistiendo vestidos de Disney. Esta conducta, además de extraña, me pareció ridícula al ver esas imágenes suyas. 

Rose no tuvo éxito en sus relaciones posteriores y ahora está soltera, amargada y con muchos gatos. Aún acudía a audiciones, según mi investigación, sin alcanzar la fama que tanto deseaba.

A pesar de las diferencias, encontré sorprendentes similitudes entre Rose y yo que me perturbaron. Nuestra conexión iba más allá de compartir un nombre. Teníamos el mismo signo lunar, compartíamos metas y aspiraciones, y teníamos gustos similares en la infancia. Observé como las iniciales de nuestros nombres eran las mismas.

Mi investigación reveló detalles inquietantes. Rose y yo compartíamos debilidades y gustos, pero nuestras vidas habían tomado caminos opuestos. Estas similitudes me sumieron en una profunda reflexión sobre mi propia existencia y mi incapacidad para alcanzar al lado de Lucy una felicidad exclusiva.

La idea de ser una sombra, siempre en la penumbra de los demás, comenzó a atormentarme. Aunque agradecía lo que tenía, deseaba algo propio, algo que me brindara verdadera felicidad y amor. La depresión se apoderó de mí, irritando a Lucy, quien poco a poco empezó a comparar mis emociones con las de Rose.

Le rogué a Lucy que nunca me comparara con ella. Mis tristezas y depresiones eran producto de una vida cruel, muy diferente a la vida feliz que Rose no valoraba. Este pensamiento se incrustó en mi mente: "Siempre seré una sombra", la sombra de todos los demás. La depresión se apoderaba de mí, y mi súplica a Lucy era evitar comparaciones que solo aumentaban mi dolor.

Comparé mis debilidades y gustos con Rose como si fueran meras coincidencias, consciente de que podría compartir esas similitudes con millones de personas en el mundo. Sin embargo, en ese momento, la revelación de esa información me golpeó como un balde de agua fría. Aunque debo decir que encontré bastantes similitudes con ella, fueron demasiadas para mi gusto personal. Lo cual me hizo sentir mal, me sentí perturbada y como si estuviera viviendo una vida que no me pertenecía.

En mis reflexiones, afirmaba con vehemencia mi diferencia con Rose. ¡Soy diferente! Me repetía esta afirmación constantemente.

Rose imponía restricciones a Lucy, limitándola en sus interacciones sociales y prohibiéndole el consumo de alcohol, entre otras cosas. Además, ella planificaba los viajes, dictando a Lucy qué debía hacer. A pesar de ello, Lucy, profundamente enamorada, no cuestionaba estas imposiciones.

Mi enfoque hacia Lucy era diferente; le otorgaba libertad. Si deseaba beber o disfrutar de la compañía de amigos, yo lo permitía. A pesar de mis esfuerzos, Lucy nunca expresó gratitud alguna. Nunca reconocía mi sacrificio. En cambió, Rose ocupó un lugar preeminente en su vida, al punto de permitirse ser manipulada por ella.

¿Por qué Lucy profesaba tanto amor y permitía la manipulación? En ese vínculo se escondía algo oscuro, no podía ser de otra manera. Aunque carecía de información que respaldara mis creencias, no albergaba dudas.

 En el patio trasero de la casa se erigía un cuarto amplio, una especie de bodega, en el cual nunca había visto entrar contenido y sin la debida autorización ni llave no podía acceder. Convincentemente, consideré que tras esas puertas se ocultaba otro misterio, por lo que urdí planes para penetrar en ese enigma velado.

Me llevó varios días localizar la llave. Cuando finalmente la tuve en mis manos, me apresuré hacia la bodega. Mi cuerpo estaba debilitado debido a mi creciente falta de salud y descanso. Además, experimentaba intensas sensaciones de miedo: temía ser descubierta por Lucy, asustada por Rose o que "algo" me sucediera repentinamente. Al adentrarme en la bodega, no encontré nada fuera de lo común; de hecho, casi estaba vacía. Mientras exploraba el interior, noté en el suelo una pequeña puerta de metal oxidado, pero me resultaba imposible abrirla. El miedo prevalecía sobre mi curiosidad, así que desistí de intentarlo. Descubrí fragmentos ilegibles de papel quemado y una pequeña maleta. La abrí y encontré documentos aparentemente sin importancia que pertenecían a un hombre llamado Carl.

Tomé uno de los papeles para poder recordar el nombre y apellido del hombre y descubrir quién era y que hacía ahí su maleta. 




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