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El castigo de Hoseok no duró un día, ni una semana. Ya tenía dos malditas semanas sin poder dormir bien. El miércoles que empezó el castigo, había conseguido descansar tranquilo, porque no tenía que trabajar, pero el jueves al terminar sus horas extras en el trabajo no sabía si ir a su casa, quedarse ahí, ir a la casa de Jimin o esperar afuera del campamento. Quería golpear al maldito Jeon por su estúpido castigo.

Y si, se había olvidado del castigo y que no tenía obligación de ir a trabajar.

Su gran amigo Jimin, se ofreció a ayudarle, permitiéndole dormir en su departamento a la salida del trabajo, que para su suerte se encontraba a quince minutos del campamento caminando. Todos los días se imaginaba que a Jeon lo atropellaba un auto al cruzar la calle, no solía tener pensamientos que dañen a otros, pero este tipo se lo merecía.

La mirada lasciva y llena de lujuria que solía darle Jeon a Hoseok, ocasionaban que el menor se estremeciera del asco. Hoseok es un Homosexual declarado, no andaba en marchas ni nada de eso, pero tampoco negaba lo que era, sin embargo, eso noimplicaba que no le repugne ese tipo de comportamientos.

Sabía que cada día Jeon lo esperaba en su oficina, queriendo oír de Hoseok que absuelva el castigo para entregarse a él, dándole mucha risa ver su rostro al final del día y darse cuenta de que no daría su brazo a torcer.

Los domingos eran la gloria para Hoseok, podía dormir hasta el medio día o más tarde, sin ninguna preocupación de ir al campamento y ver el estúpido rostro de Jeon. Pero ese domingo era uno muy especial, ya que era el cumpleaños de Jiho, su querido sobrino.

Se alistó para ir a la casa de su hermana, con una playera negra y unos vaqueros azules sencillos, su cabello castaño bien peinado y unos tenis negros, eran la combinación perfecta de comodidad.

Llegó muy temprano a la casa de su hermana, ya que le había prometido en ayudar con la fiesta y que él se encargaría de la torta, le encantaba cocinar, pero le fascinaba más la repostería y ese día haría uno especial, con mucho cariño y amor para su sobrino. La mañana pasó volando, el pastel estaba fuera del horno, esponjoso y dorado. Lo dejó reposando para que se enfríe y poder decorarlo con manjar y frutas.

El pequeño Jiho ayudó en la preparación de la mezcla de la masa, obteniendo un niño masa, por así decirlo, ya que estaba de pies a cabezas lleno de harina. Jiwoo pegó el grito al cielo y corrió a bañarlo y cambiarlo, dejando a cargo de los invitados a su hermano, ya que estaban por llegar.

Hoseok siguió limpiando la cocina que estaba hecha un desastre, cuando escuchó el timbre sonar, limpió sus manos en el mandil que llevaba puesto y se dirigió a la entrada. Abrió la puerta con una sonrisa en su rostro y con una frase en su mente de: "Pase, es bienvenido" pero nada salió de su boca al ver el rostro de cierto tipo arrogante.

La frustración le ganaba a Jungkook. Habían pasado dos semanas y el joven aún no llegaba arrastrándose a su oficina, pidiendo clemencia por el castigo y dejándose follar. Que equivocado estaba Jeon, se notaba que ese era el sueño de Jung y no permitiría que nadie se lo impida, ni siquiera él.

Cada día de la formación, estaba tan impecable que Jeon hasta dudaba si cumplía su castigo, pero todos los días el guardia y el Sr. Han le confirmaban que el joven había cumplido sus obligaciones. Pero las ojeras en el rostro de Hoseok ya estaban mostrando el cansancio acumulado, pero su perseverancia seguía en pie.

Visitó algunos bares, a veces sólo o con algún conocido, pero había uno en particular que le gustaba. Debía soltar toda la frustración en un buen culo, mientras follaba, su mente se imaginaba como sería estar enterrado en cierto joven terco de cabellos castaño y hermoso trasero.

Los fines de semana solía salir con conocidos o viceversa, no tenía un círculo social amplio de amistades, pero siempre le faltaba tiempo para estar en contacto con ellos, ya sea por el trabajo o simplemente cansancio.

Se encontraba camino a casa de su gran amigo Kim, bajó del auto con una caja debajo del brazo. Tocó el timbre de la hermosa y enorme casa, ese día era el cumpleaños del hijo de Minjae; Jiho. Un lindo niño que se había ganado su duro corazón de hielo.

Le había prometido un juego de carros de colección, así que cumpliría su promesa. Escuchó ruidos provenientes de la casa y esperó que la puerta se abriera. La perilla de la puerta empezó a moverse y quedó abierta, mostrando a un joven casi —o más— sorprendido que el pelinegro. Jeon encontró al dueño de su frustración sexual y excitación, con un mandil cubriendo su ropa y con el rostro esparcido de harina. Se imaginó como sería si tuviera su esencia regada en el rostro del joven.



Enseñando Al Novato [JungHope]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora