Estaba recostado sobre el verde y radiante césped de su barco. Cualquiera que lo viera en ese momento, diría que sólo estaba descansando, que no estaba pensando en absolutamente nada, porque eso es lo que se esperaría de él. Y lo sabía, pero también sabía que eso no se debía a que era un tonto o algo así, sólo era un chico simple, sólo pensaba en las cosas que lo hacían feliz, en sus sueños, objetivos, y casi todo el tiempo actuaba antes de pensar. Él solía guiarse por sus propios sentimientos, por lo que él creía que en su momento fuera lo correcto, pero en este momento no sabía si era correcto preguntarle a Nami las dudas que rondaban su cabeza.
Se preguntó a él mismo una y otra vez... ¿Por qué debería pensarlo tanto?, ¿Por qué no simplemente preguntaba y ya?, ¿Por qué esto sólo le pasaba con Nami? Era un tanto extraño.
Él amaba a toda su tripulación, sus nakamas, sus amigos, eran más importantes que su propia vida y no dudaría un segundo en arriesgarla por ellos. De eso siempre estuvo muy seguro, pero siempre que se trataba de la chica de cabellos anaranjados había algo diferente, un sentir diferente. «¿Qué la hace diferente? La quiero tanto como a ellos», pensó.
De repente recordó el momento en el cual le dio su preciado tesoro. Ese momento en el cual decidió salvarla de las garras de Arlong, allí sintió la necesidad de ponerle su sombrero. Sí, es cierto, Nami era muy importante para él, era su preciada navegante, su nakama, su amiga... ¿Pero entonces por qué cuando se acerca cualquier otro de sus compañeros no es lo mismo que cuando lo hace ella? Al principio lo adjudicó a que era una mujer, pero luego llegó Robín y cuando ésta se acercaba era lo mismo que se acercara Sanji, o Zoro, o Usopp, no importa quien, a todos los apreciaba, pero Nami... «¿Qué significa ese cosquilleo en mis manos?, ¿O esa extraña sensación en mi estómago?, no lo entiendo...», pensaba frustrado por no comprender y arrugaba su rostro en una expresión infantil tan típica de él.
Pataleó un poco haciendo que su sombrero cubriera por completo su cara, y cuando detuvo su berrinche suspiró, dejando caer sus extremidades nuevamente.
— ¿Qué se supone que haces Luffy?
Esa voz lo sobresaltó un poco, esa sensación era a la que se refería, hasta podía tomarlo por sorpresa.
Se sentó de golpe, acomodándose en su lugar y estiró uno de sus brazos para alcanzar a la chica y acercarla a él.— No lo entiendo Nami, así que explicame por favor.
La pelinaranja se sonrojó sólo un poco al notar que estaba sentada entre las piernas de su capitán y lo alejó de un golpe.— ¿Qué te pasa? Tomandome así de la nada, ¿Qué es lo que quieres saber?
— ¿Qué te pasa a ti Nami?, Eso dolió. — Hizo un puchero estirando su cara y exagerando un poco, pero de un momento a otro se puso serio, acercándose nuevamente.— Dime... ¿Qué tan triste estarías si yo muriera?
Nami se puso nerviosa de nuevo ante la cercanía, pero la pregunta del chico la tomó por sorpresa y lo miró algo preocupada.— ¿A qué viene esa pregunta?, ¿No estás enfermo o algo así verdad?, puedo llamar a Chopper.
— Claro que no.— Río escandalosamente y le respondió con una voz graciosa e infantil, se sentía repentinamente feliz ante la preocupación de la chica.— Sólo me lo preguntaba, si hay diferencia entre ellos o yo.
— ¿Ellos?— La navegante lo miraba confundida, no entendía nada de lo que hablaba Luffy tan de repente.
— Bueno... Me preguntaba y quería saber si era algo que me pasaba sólo a mi.— Entre cerró los ojos, poniendo un dedo sobre su mentón buscando la mejor manera de explicarse.— No se como decirlo... ¿Qué significa que cuando te acercas a alguien sientas un cosquilleo en las manos?, ¿O una sensación extraña en el estómago?
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¿Y, sí?
RomancePodemos ver al Capitán pirata Mokey D. Luffy muy pensativo, algo muy raro en el y es que no entiende el porque se siente raro al estar junto a uno de sus Nakamas y eso lo tiene preocupado, ¿Podrá resolver sus dudas? Mejor lee para averiguarlo Esta...