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Ava sacudió la cabeza y echó un vistazo a su alrededor. El despacho era una superficie enorme de tarima, con una mesa de trabajo y una zona de descanso. Todo estaba perfectamente ordenado y tan perfectamente vacío que en la mesa solo había un ordenador portátil y un fajo de documentos.

–Me he llevado una sorpresa al verte –admitió Harry.

–Yo podría decir lo mismo. No sabía que fueras el dueño de la empresa.

Ava lo acarició con la mirada, absorbiendo los duros ángulos de sus pómulos, la obstinación de su barbilla y el dorado de sus ojos, enmarcados en unas pestañas largas y negras. La boca se le quedó seca al instante.

–¿Qué estás haciendo aquí? Di por sentado que volverías a la Facultad de Medicina cuando salieras de la cárcel.

Ella se puso tensa.

–No, yo...

Harry frunció el ceño.

–¿Por qué no? Ya imagino que la universidad no te ha guardado la plaza durante tu estancia en prisión, pero eras una alumna brillante y estoy seguro de que te aceptarían otra vez.

Ava tardó unos segundos en contestar. Aún recordaba lo contentos que se habían puesto Olly y ella cuando los dos recibieron ofertas de la misma universidad para estudiar Medicina.

–Eso es cosa del pasado. No quiero volver atrás –dijo–. Estoy aquí porque necesito un trabajo, una forma de ganarme la vida.

Él arqueó una ceja.

–¿Y tu familia?

–No quieren saber nada de mí. No he tenido noticias de ellos desde que me condenaron.

–Veo que se lo tomaron mal...

–Supongo que no pueden perdonarme.

–¿Que no pueden? La gente perdona cosas mucho peores – afirmó él–. Además, solo eras una adolescente cuando pasó.

Ava apretó los puños.

–¿Es que tú me has perdonado?

Harry se quedó inmóvil y sus ojos dorados se clavaron en ella como los de un depredador.

–No, yo tampoco puedo perdonarte –admitió, tenso–. Olly no era solo mi hermano, también era la única familia que tenía.

–Y un hombre absolutamente irreemplazable... Pero ¿qué vamos a hacer? –preguntó ella, ansiosa por cambiar de conversación–. Es obvio que no querrás que trabaje contigo. Aunque sea un empleo temporal.

–En efecto.

Harry se alejó de ella y se puso detrás de la mesa. Ava estaba sola, luchando por sobrevivir. Su familia le había dado la espalda y necesitaba el empleo de AeroCarlton para empezar una nueva vida, pero no la quería a su lado. Olly había muerto por su culpa. No podía esperar que la ayudara.

Sin embargo, sabía que Olly se habría opuesto a que la castigara por su muerte, así que intentó encontrar un poco de compasión en su corazón. Y solo encontró el vacío que le había dejado la pérdida de su hermano.

–¿Quieres que me vaya?

Harry no quiso mirarla a los ojos porque Ava había conseguido que se sintiera como si fuera una especie de matón. Clavó la mirada en la mesa y, al ver la lista de Navidad, encontró la solución que necesitaba.

Era perfecta. La mantendría lejos de la oficina y ella no lo interpretaría como un castigo porque siempre le habían gustado las Navidades.

–No, de momento, te puedes quedar... De hecho, quiero encargarte una cosa.

Inocente - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora