Continuando con lo anterior, quiero confesar que no lloré, y aún no entiendo cómo es que no lo hice cuando llorar era una actividad recurrente para mí.
Nadie se enteró, nadie preguntó.
Al día siguiente fue como si nada hubiese pasado.
Lo más cercano a decirle a alguien pasó cuando le enseñé una canción a alguien que pensé que era mi amiga. Pero a veces nuestros amigos sólo parecen serlo hasta que encontramos a personas que sí están dispuestos a amarnos con todo y el vacío interior.
En ese momento no sabía lo que eran amigos realmente.
Bueno, de algún modo he notado que muchos (como los psiquiatras, que por lo general son una mierda) intentan hacerme creer que no fue un intento de suicidio porque no me puse la soga en el cuello.
Pero realmente el miedo era la única voz que me salvó cuando el resto de mí se había ido.
Y yo sé que pasó, reconozco que pasó y me alegra poder contarles que pasó.
Porque estoy viva.
Y quien me lee está vivo.
Y tú, que me lees me haces feliz, me haces sentir hay una razón por la que vivir. Tal vez sea la única razón válida fuera de todas las demás que vengo a traer.
Porque un mundo en el que no hay lluvia para bailar, personas que amar...
Un mundo sin nada, la misma nada que sentía antes, el mismo vacío, la misma soledad.
Ese es un mundo al que prefiero no ir pronto.
ESTÁS LEYENDO
300 Razones para NO Suicidarse
RandomO simplemente para hallar la felicidad a tu ritmo. No es necesario tener depresión para leer éste libro, si tienes curiosidad éste también es tu sitio.