Sesshomaru miró hacia el horizonte: a lo lejos podía ver una aldea humana que el demonio guardaba en un rincón pequeño de su memoria. Odiaba con toda su alma a los humanos, sobre todo debido a que una mujer humana había sido la culpable de la muerte de su padre, aunque también en el fondo guardaba otros motivos: los humanos se habían llevado la vida de su padre y años antes, habían terminado con la vida de Rin, su única amiga.
Recordar a Rin era algo que no se permitía a menudo. Su recuerdo era algo lejano y extraño, así como la presencia atípica de ella en una corta temporada de su vida: la conoció en los bosques, cuando era solo un cachorro y su padre se dedicaba a entrenar con él.
-¡Muy bien, Sesshomaru!- exclamó su padre mirándolo orgulloso- Ya controlas muy bien tus garras ¡Estás a punto de pasar a entrenar más con la espada!
El pequeño Sesshomaru escuchaba a su padre, pero había algo o mejor dicho, alguien, que había captado su atención: una niña que vestía un kimono de color rojo le observaba arrodillada sobre la rama de un árbol. Los ojos oscuros de la criatura le miraban con curiosidad al tiempo que esbozaba una gran sonrisa.
-¿Qué estás mirando?- preguntó el Gran General Perro al ver a su hijo, siempre tan atento y responsable, un tanto distraído y curioso.
Sesshomaru solo se atrevió a apuntar con un dedo hacia donde la pequeña intrusa espiaba sin permiso su práctica.
-Ya veo...
Toga decidió acercarse al árbol, por lo que la niña retrocedió en su rama, intentando ocultarse entre las hojas.
-Ven aquí, no voy a hacerte daño.
La niña contempló los ojos amables del demonio que le tendía su mano. Sabía que tanto él como el niño que le acompañaba, no eran humanos, pero en realidad no parecían ser malvados como los personajes de los cuentos que las mujeres predicaban en el asentamiento en que vivía con sus padres.
La pequeña miró al demonio con una sonrisa antes de aceptar que la tomara en brazos para depositarla suavemente sobre el pasto, frente al niño de cabello plateado que la miraba con un aire de desconfianza.
-¿Qué es ella?- preguntó Sesshomaru mirando a su padre a los ojos.
-¡Soy Rin!- se apresuró en exclamar la niña con una sonrisa.
-Rin es una niña humana- explicó Toga a lo que ella asintió.
-¡Hay que destruirla!- exclamó Sesshomaru entrecerrando los ojos- Madre dice que los humanos son todos malos y perversos. Si está aquí es porque quiere hacer cosas malas...
-Yo no creo que Rin quiera hacer nada malo...- meditó Toga pensando en que era cierto que estaban lejos de cualquier aldea y era extraño que esa niña hubiese llegado sola hasta allí- ¿Por qué estás aquí, Rin?
-¡Porque quiero ser su amiga!- respondió ella mirando a Sesshomaru fijamente.
Toga no pudo evitar sonreír. Su hijo aún era pequeño, pero su educación tan estricta le había arrebatado parte de su infancia: Sesshomaru no tenía amigos, nunca jugaba con nadie y normalmente era tímido y silencioso. Pensó que, si bien su esposa iba a considerar aquello inadecuado, a su hijo no le haría ningún daño jugar de vez en cuando y tener una amiga.
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En otra vida
FanfictionMientras observa una antigua aldea, Sesshomaru piensa en un pasado lejano en el que él no era un gran demonio: era solo un cachorro, Rin era solo una pequeña niña y nadie habría pensado en separarlos... Hay ciclos que no se cierran de manera adecuad...