LAS CARTAS DE CHRISTOPHER

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Desde mi primer crisis existencial a los 5 años, supe que yo no era bonito, mis tías decían que tenia una "belleza particular" pero siempre fui el rechazado en todos los eventos escolares. Al regresar a casa después del ultimo día del Jardín de Niños, con gomas en el cabello, me paré frente al espejo, observé mi rostro. Mi nariz tenía una forma extraña y mis ojos parecían los de un cachorro triste. Decidí que mi físico no me definiría como persona y para el primer día de primaria ya había desarrollado una personalidad que le agradara a los demás.

Durante la hora de viaje en el autobús, mi ropa se secó un poco. Había llegado a la ciudad, caminé hasta poder encontrar el centro comercial al que me gustaba ir, necesitaba conseguir ropa seca y limpia lo más pronto posible, mis testículos se estaban sintiendo bastante incomodos. Gracias a la tarjeta de crédito que me dio mi padre cuando se fue a trabajar a México, pude comprar algunas prendas sin problema alguno, también compre productos de aseo personal y procedía darme una extraña e incomoda ducha de lavabo en los baños públicos del lugar.

Aún tenía muchas horas libres antes de volver a casa. Aproveche el tener tanto dinero en mi poder para perder el tiempo; compré unas tostadas con huevo y una malteada para desayunar, probé las tartas mas famosas de la ciudad, adquirí algunos juegos de video para mi consola. 

Antes de salir a buscar un taxi, compré un helado. La realidad es que terminé peleando con el despachador por cual era el mejor sabor y del porque compraba un helado cuando estábamos en invierno, y luego de tanto batallar, me dio mi Banana Split. Aún renegando con el señor por mi decisión, gire inconsciente de las personas que estaban detrás de mi, choqué con alguien y las bananas junto con el helado, volaron para estrellarse contra el suelo.

Todo el mundo se reía de mi tragedia, pero mis ojos solos se dirigieron a una persona que se encontraba entre la multitud al final del pasillo.