Deprimida, drogadicta, maldita, todas las palabras que se usan para describir a Olivia De Costa.
Exaltado, prostituto, Rompecorazones , todas las palabras utilizadas para describir a Paul Lahote.
El destino tiene una forma divertida de hacer fu...
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Llamó a la puerta de la casa de la familia De Costa, con un ramo de rosas en una mano y la otra metida en los bolsillos.
Estaba vestido de manera informal, una camiseta oscura con jeans oscuros y sus botas, apoyado casualmente contra la entrada mientras esperaba que alguien abriera la puerta. Nadie se daría cuenta de lo nervioso que estaba a primera vista.
No notarían lo fuerte que agarraba las flores, cómo su pie izquierdo golpeaba ansiosamente y cómo su mano estaba en un puño en su bolsillo.
Aunque, sus nervios se calmaron al escuchar la conmoción en el interior.
"Olivia, creo que está aquí." Leonardo habló.
"No estoy lista, todavía. Papá, ¡tienes que hablar por mí!" Ella entró en pánico, corriendo escaleras arriba. Paul sonrió ante esto. Así que ella estaba tan nerviosa como él.
"Liv, te ves bien para m-"
"Invítalo, habla sobre el juego, pero no me avergüences. ¡Gracias, papá!"
Leonardo suspiró, Paul volvió a llamar. Leonardo abrió la puerta esta vez, entrecerrando los ojos hacia el chico que saldría con su hija. "Paul, ha pasado un tiempo, ¿no?"
Paul se aclaró la garganta. "Sí, Dr. De Costa, lo ha hecho."
Por lo general, Leonardo insistía en que Paul lo llamara Leo, pero este era el tipo con el que su hija iba a tener una cita. Esta fue una nueva pizarra.
"Venga." Abrió la puerta de par en par para Paul, y Paul entró vacilante. Leonardo señaló las flores.
"¿Esas son para Olivia?"
"Uh, sí. Dijo que sus favoritas eran rosas, así que le compré algunas".
"Considerado." Leonardo asintió, sentándose frente a Paul. "Vamos, toma asiento. No voy a morder."
"Okey." Paul estaba tenso, esperando la charla.
"Entonces, Paul, ¿cuáles son tus intenciones con mi hija? ¿Qué planeas hacer esta noche?"
"Solo quiero conocerla, señor. Es una persona increíble y realmente me gusta. Solo quiero llevarla a una cita, eso es todo. La llevaré a casa antes de las 11, lo juro".
Leonardo tarareó. "Será mejor que la trates bien, Paul. Ella es mi única hija y no toleraré ninguna falta de respeto hacia ella de ninguna manera. Y ha pasado por mucho, así que espero que respetes sus límites".
Paul frunció el ceño. "¿A qué te refieres, qué le ha pasado?"
"Papá, pensé que había dicho que no me avergonzarías". Olivia bajó las escaleras con un vestido morado con flores, un par de tacones negros y el pelo suelto, como de costumbre.
