Aspectos teóricos

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Una de las corrientes del feminismo de tercera ola, el ecofeminismo, ha recibido críticas contra el por su carácter esencialista, lo que ha llevado al rechazo de tal denominación por las feministas que se definen también como ecologistas. Tal esencialismo se interpreta como una visión dicotómica y estricta, un dualismo que en el fondo sigue enfocándose en diferencias de género, y no en aspectos comunes, hasta el punto de relacionar el ser mujer con una supuesta moralidad superior, y tender a mostrar a los varones «con una capacidad innatamente inferior en áreas de desempeño consideradas significativas», por ejemplo, al atribuirles fenómenos como la violencia, y a desligarles de valores como la paz, sin haber evidencias científicas y prácticas que respalden estas relaciones. Este punto de vista ha sido denunciado como innecesario en el feminismo y como ideología sexista.

Según el psicólogo Sebastián Girona, las versiones más radicales del feminismo achacan a los hombres toda la culpa de la opresión que han sufrido las mujeres a lo largo de la historia sin reconocer la responsabilidad propia de las mujeres. Esta perspectiva puede conducir a culpar al hombre de todos los males societales, y en consecuencia, cosificarlo a la figura del mal y en algunos casos puede devenir en un odio o aversión hacia los varones, llamado técnicamente misandria, que se puede manifestar abierta o sutilmente.

El feminismo recibe críticas desde la ideología conservadora. Por ejemplo, la periodista Naomi Schaefer Riley, sostiene que el feminismo ha perjudicado a las mujeres y a las familias al promover una cultura que supuestamente considera las relaciones sexuales casuales como «empoderantes», rechaza la necesidad de la presencia del hombre en el hogar y minusvalora el trabajo doméstico de las mujeres, a la vez que invita a la victimización de la mujer. En la misma vena, la actriz Alessandra Cantini, candidata del partido Forza Italia opina que el feminismo promueve un terrorismo de género y que las reivindicaciones de feminismo obedecen al propósito de derribar el orden capitalista. La economista paleolibertaria Vanessa Vallejo ve un vínculo entre medidas como leyes de cuotas o cupos y el colectivismo y el autoritarismo político. Tanto Vallejo como Cantini denuncian la forma en que estas medidas podrían atentar contra principios como la libertad empresarial, o la meritocracia.

Las críticas hacia tendencias totalitarias del feminismo más radical, provienen también del sector del feminismo igualitario. Por ejemplo, Camille Paglia y Christina Sommers acusan a las «feministas de género» de encasillar a las mujeres en el rol de víctimas del patriarcado y lamentan una supuesta deriva hacia la intolerancia y la censura del feminismo hacia los puntos de vista disidentes en las instituciones académicas.

Otros conceptos de la segunda y tercera ola del feminismo han sido cuestionadas, como el patriarcado, la identidad de género y los constructos sociales.

Como un supuesto movimiento de igualdad, se denuncia el abandono del feminismo por proteger y velar por la discriminación, la explotación y el abuso hacia los varones. Por ejemplo, Carol Fontena y Andrés Gatica, en una investigación sobre la violencia hacia los hombres, comentan sobre el problema de la violencia doméstica:

En este sentido, hay una lógica un tanto unilateral en su abordaje, apoyado por el feminismo, que ha contribuido ostensiblemente a la intervención de esta problemática, pero que ha tenido sus costos al señalar a un solo tipo de agresor: al varón, manteniendo oculta esta problemática.

Cantini, por su parte, opina que «el status quo actual discrimina a los hombres en tanto y en cuanto no existe ninguna ley humanitaria que los defienda de los abusos que reciben».

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