INTRODUCCIÓN

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Eran las siete de la tarde cuando decidí mirar al cielo en busca de algo que lo cambiara todo. Era una tarde de junio en la que tenía la ventana abierta. Hacía calor y el cielo estaba completamente despejado. Aquel día no solamente abría la ventana en busca de un poco de brisa, sino que también la abría como símbolo de bienvenida al verano.

Mientras, envidiaba a los pájaros que veía a través de mi ventana. Son capaces de ir a donde sea cuando quieren. Son capaces de volar. Son libres. Y yo, encerrada en las cuatro paredes de mi habitación buscaba eso mismo, la libertad.

Durante todo el año esperaba impaciente la llegada de ese día, la llegada de la supuesta tranquilidad. Era el día en el que por fin sentada encima de mi escritorio con la ventana abierta de par en par escuchaba música de Amy Winehouse, mientras que la brisa del verano me daba aire para respirar.

Sin embargo, en aquel supuesto primer día de tranquilidad yo quería algo más que aire. Mis pulmones me pedían a gritos un poco de esperanza para poder seguir, por lo que decidí seguir mirando por la ventana envidiando a los pájaros que volaban enfrente de ella, envidiando su libertad y maldiciendo todo aquello que me privaba de tenerla.

No era más que una adolescente que intentaba encontrar su sitio en el mundo. No era más que una persona buscando la felicidad. No era más que una joven que quería quitarse las cuerdas de una sociedad que la ataba. No era más que yo buscando mi lugar en el mundo.

Por si te atreves a mirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora