Capítulo 3: Dash Pizza

76 5 84
                                    



El paseo en moto hasta la pizzería donde trabaja Dustin hace que me despeje y olvide por un rato mis preocupaciones. Adoro la brisa nocturna en mi cara y ver las luces de la ciudad cuando llega la noche en Schuld City, a su gente moverse por las calles. Por algún motivo me inspira e impulsa a fantasear con vidas alternativas, en las que me veo a mí misma siendo totalmente distinta a lo que soy. Viviendo una vida que nada tiene que ver con la mía. Qué cosas, ¿eh?

Dustin llega hasta el aparcamiento frente a Dash Pizza, su pizzería. Lo primero que hace al aparcarla y quitarse el casco es girar su cara hacia mí, todavía sentado.

—¿T-todo bien?

Yo también me quito el casco y asiento a su pregunta con una sonrisa.

—Ya sabes que estos paseítos me encantan. Qué lástima que el trayecto sea tan corto.

Me bajo de la moto y disimulo tanto como puedo mi torpeza crónica al hacerlo. Qué suerte, sólo he dado un pequeño traspié. Él hace lo mismo sin ninguna dificultad, aunque si yo tuviera esas piernas de saltamontes que tiene él también me bajaría de la moto sin problemas: A su lado parezco una pulga.

Entramos en la pizzería y nos dirigimos hacia el mostrador. Él se asoma y busca con la vista a su compañero mientras yo me dedico a observar el local: hace calorcito por el horno de leña y el olor a pizza me da aún más hambre de la que ya tengo. Es viernes y se nota: hay bastante gente, seguro que lo que Dustin me dijo sobre lo poco que importaba su puntualidad, un viernes por la noche, era una mentira piadosa.

—¡Pero bueno, dichosos los ojos! Ya creía que no venías.

Un chico de complexión fuerte y pelo rojizo aparece y apoya sus brazos tatuados con llamas sobre el mostrador.

—L-lo siento. Es que s-se me pinchó una rueda de la moto y...

—Ya, claro.

Shane alza una ceja, suspicaz. Veo que me mira a mí y yo frunzo el ceño, extrañada.

—Llevas cinco años trabajando aquí y jamás has llegado tarde, colega. No me cuentes trolas, va.

—N-no es una trola... Shane.

—Con lo fácil que es decirme que te has entretenido con tu chica.

Yo me río.

—¡Y dale con eso! ¿Qué os pasa a todos hoy, emparejándonos a Dustin y a mí?

—¡Bueno, no es tan descabellado, chica! —Shane alza las manos y se ríe también—. Sólo me extraña que la puntualidad legendaria de Dustin Krausser se vaya al carajo por un simple reventón de rueda. Con lo que se cuida él su moto.

—T-tómale nota a Hannah Grace, Shane. —Le interrumpe Dustin—. Yo voy dentro.

Noto el tono de Dustin algo tenso. Pero no me da tiempo a decirle nada porque enseguida se marcha adentro, hacia la cocina.

—¡Genial! Así cena acompañada —resuelve Shane.

—¿Acompañada? —pregunto—. ¿De quién?

Shane alza un poco la barbilla para señalar tras de mí. Yo me giro y reconozco en una de las mesas a mi amiga Elisa. Está cenando en compañía de su novio Logan, que también es mi primo. A su lado veo a Heather, la hermana pequeña de Dustin... y a un chico que no sé identificar desde aquí, pues está de espaldas.

—¡Anda! Mira qué bien.

—Ve a sentarte con ellos. —me dice Shane—. Supongo que querrás la pizza de siempre, ¿no?

La suerte de Hannah GraceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora