La torre de Babel. Una de las leyendas más famosas. La leyenda que separó al mundo en lenguas. E iban a ir a ella.
-Ashley. Vamos. -Dijo Arish mientras tiraba de ella. No podía fiarse, ya que Ashley quería irse con Alyson. Aunque sabía que si ella se deshacía en llamas, poco quedaría por hacer. - Te voy a contar la leyenda original de Babel. Sin modificaciones estúpidas por la estúpida religión judía.
-E-entonces... ¿No hay dios judío? ¿Ni cristiano?... ¿Nada? -Preguntó curiosa Ashley. Ahora mismo, estaba confusa. Había creído en el dios único. Y ahora le estaban diciendo que ese dios único era tan solo una entidad más del universo. Algo más que conformaba parte de ese mundo que habitaba. Era como... Como enterarse de que no eras quien creías ser. Algo parecido. Definitivamente, Ashley quería saber la verdad.
-A ver. Escucha. Cuando la criatura subió al poder, la entidad Viento mandó construir la más alta torre. Quería alcanzar a la entidad suprema. Pero claro. Al querer subir al cielo, junto con aquella entidad, necesitaba trabajadores. Pidió la fé de miles de seres del mundo, que fueron a la tierra que concebiría la mayor obra pagana de la historia de la religión. La torre de Babel. La construcción comenzó a llevarse a cabo, recibiendo la promesa de un ser superior que diría que les llevaría a conocer al ser que regía el universo. Pero aquella entidad no era tonta. Sabía que la obra que llevaban a cabo estaba retándola. E hizo lo mejor que se le ocurrió. Había una lengua única en todos los dominios de la entidad, cosa concedida por ella para hacer felices a sus "esclavos". Sin embargo, cuando descendió a la tierra y vio aquella obra de arquitectura desafiante, vio bien la idea de separarlos en distintas lenguas, eliminando toda posibilidad de comprensión entre si. Había vencido la inteligencia de su rival.- A la finalización de la leyenda, el asombro de Ashley era infinito. ¿Había tal cosa, y sabía lo que estaban dispuestos a hacer? ¿Por qué no les mataba? ¿Por qué les permitía seguir en aquella empresa?
-Pero... Si matamos a las bestias... ¿No estaremos haciendo que la historia cambie, haciendo que no haya más posibilidad de matar a la entidad suprema? -Alcanzó como conclusión la morena.
-Ahá. Pero preferimos vivir bajo el yugo de una entidad suprema única antes que poder sucumbir ante una guerra entre todas las entidades y sus bestias absurdas. Seremos unos cobardes, pero al menos estamos vivos. - Dijo, de forma convincente, el elfo-
-Bueno. Y... ¿Cómo pretendes llegar a la torre de Babel? No sé su ubicación. Y tú tampoco puedes guiarme rápidamente allí.
-¿Qué te crees, que los elfos no tenemos nuestros trucos?... -Suspiró.- Por favor, no me subestimes. Todavía soy útil. Al menos, de momento. -Pidió el hombre.
-¿A qué te refieres, Arish? ¿Es que vas a dejar de serme útil? - Cuestionó Ashley, dudosa. Estaba algo asustada. Si el único que le ayudaba en aquel viaje perdía su utilidad, ¿qué le quedaba?
-... Vámonos, Ashley. Tenemos que viajar con ciertas personas que no me caen para nada bien. Al igual que nosotros, los elfos, protegemos el fuego, y los trolls protegen el hielo... Hay una raza defensora del viento. Mujeres dóciles que aprovechan su entidad a defender como arma y apoyo de movimiento. Aquellas que tratan de hacernos sucumbir. Las amazonas.
-P-pero... Yo me esperaba algo más... Majestuoso. No sé. Algo mitológico. Grifos o así. -Dijo apenada Ashley, a lo que Arish contestó
-Te recuerdo que cada raza defiende una zona, no una sola entidad. Así que... Antes de que preguntes... Si, hay más razas defensoras del viento. Vamos a por el viento del este, pero quedan más vientos.
-Una última duda. No tiene mucho que ver con las amazonas. ¿Quién o qué es la entidad suprema? -Osó preguntar la chica. Arish ni se inmutó ante la pregunta. Se la habían hecho tantas, en serio, tantas veces...
-Podría pararme a contarte el por qué nadie lo sabe, o simplemente puedo decirte que nadie lo sabe y un día de estos, cuando no estemos actuando contrareloj contra los descendientes de tu hermana, te lo cuento. - Dijo algo enfadado Arish. Esa pregunta, definitivamente, era capaz de sacarle de sus casillas.
-... ¿Y cómo vamos a via... -Fue interrumpida por un grito del hombre
-¡HABÍAS DICHO QUE ERA LA ÚLTIMA PREGUNTA! ¡ASHLEY, DEJA ALGO PARA OTRO MOMENTO!... -Tras unos segundos de recuperación y contar repetidas veces hasta nueve para calmarse, Arish añadió, en disculpa- Perdón. A ver... Vamos a viajar con un orbe. Lo lanzaré al suelo y, cuando estalle, apareceremos cerca de la torre de Babel.
-¿Y a qué... -Se calló y continuó, al no ver enfadarse a Arish- ... A qué estamos esperando?... - Concluyó
-Ashley. Tendremos que llegar al poblado elfo para poder recoger el objeto que debemos usar para el viaje, ¿no?... ¿O quieres que me invente el orbe? No llevo orbes de viaje todos los días.
-V-vale, vale, tampoco era para ponerse así, eh... - Lamentó Ashley. Unos sonidos extraños se pudieron distinguir entre los arbustos de la zona por la que estaban andando. Ashley debía admitir que la conversación había aligerado el paso lo suficiente como para, al parecer, llevarles muy cerca de dónde pretendían llegar.
Cuando llegaron, que no fueron más que cinco minutos después de las últimas palabras de Ashley, Arish sonrió. Y murmuró algo al oído de Ashley. Ésta entonces se escondió tras un árbol y observó qué ocurría. Arish abrió los brazos hacia los árboles, casi invitándolos a un abrazo. Entonces una decena de elfos salieron de entre los árboles con espadas y arcos cargados apuntándole a la cabeza
- ¿Quién demonios te crees que eres para venir aquí? - Murmuró el más alto y armado. Su espada era bella. Los materiales eran desconocidos, y si Ashley debía determinar un color, no podía. Definitivamente estaba presenciando, a la vez, una raza completamente nueva para el mundo normal, un nuevo material que podía malearse hasta ser un arma, un nuevo color que se relacionaría con el material... En definitiva, Ashley estaba realmente extrañada. Y lo más importante. ¿Por qué le atacaban?
-Chicos, chicos... Sé que puedo parecer un loco al meterme aquí cuando llevo en búsqueda y captura todo este tiempo por vosotros. Por haber ayudado al supuesto terror de terrores. Pero no es así. Ella es... -Entonces, sus palabras regresaron a aquel idioma que Ashley no lograba entender- Y, en definitiva, quiero que la tratéis igual que como una vez me tratasteis a mi. Y me devolváis la espada del clan para ayudarla en la empresa que he de llevar a cabo. Sal, Ashley. -Le instó Arish, a lo que obedeció. Mientras tanto, agarró la espada que le ofrecieron ahora amables y pasivos los otros elfos
-H-hola... Jeje... -Rió tímida la chica- Soy... Ya lo sabéis... Perdón por la intromisión... -Arish, cuando fue buscado por la visión de Ashley, había desaparecido. Al cabo de unos segundos llegó al lado de Ashley. Sin mediar palabra, lanzó una bola al suelo que estalló y al ver que el humo se disipaba, pudo verse algo que conmocionó a Ashley
-Ashley... -Dijo, al fin- Bienvenida a la torre de Babel.
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¡Ahá! ¡No os lo esperabais! Si. Este es el capítulo que tocaba el sábado pasado. Pero a partir de ahora, habrá capítulo miércoles y sábados. ¿Sorprendidos? Yo más. Ha sido una idea estupendamente buena, ¿verdad?... Pues no. O si. No sé, preguntadle a Ashley que ella es la lista.
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Edad Ardiente
Fantasy[Continuación directa de Las Lágrimas Cenizas] Ashley descubrió la identidad de las voces y, no solo eso, ha descubierto que tiene un objetivo vital para mantener el mundo tal y como lo conoce. Deberá hacer algo que no sabe si será capaz. ¿Es así? D...