Aventuras en el Queso de la Realidad

Capítulo 1: El quizás héroe

El quizás Héroe 

Dejadme hablaros de esta realidad en la que nos encontramos, pues puede resultaros algo insólito y confuso sin la introducción adecuada. Mucho me temo que, de todos los agujeros en el queso, este es el más extraño, absurdo y sinsentido. En él habitan los humanos, curiosas criaturas, aunque es cierto que también habitan en muchos otros agujeros, los de este en particular son divertida y sensacionalmente extraños.

Para empezar son la especie dominante de su planeta al cual le llaman, por absurdo que parezca, la Tierra que vendría a ser lo mismo que llamar a una lámpara Electricidad solo porque se alimenta de ella... o no, depende de como lo mires. Entendedme que este detalle es vital para comprender la mente de estos humanos en concreto. Podrían haber llamado a su planeta con maravillosos nombres como Solenoide Beta Gamma X, Svumpamplghinsavelihnmüntalinar, o Alderaan por ejemplo. Aún así, ellos se empeñan en considerarse la especie más inteligente de su agujero, y ni siquiera tienen idea de que viven en un queso. Ya me contarás tu cuanta genialidad hay en esas cabezas llenas de grasa, sangre, nervios y billones de conexiones sinápticas que obviamente, no sirven para nada más que aparentar y quizás para alardear delante de las damas.

La sociedad que han construido los humanos es sin duda hilarante. A su manera, se parecen bastante a los dioses de la creación. Supongo que tiene sentido ya que es bien sabido que a los dioses les suele faltar bastante imaginación, y, bueno, los dioses de la creación fueron los primeros, los que empezaron esta moda de crear y crear y como pasa con todas las modas, están algo anticuados ya. 

En algún lugar de la ciudad, preferiblemente un callejón oscuro y húmedo para acentuar el misterio y darle un toque noir a esta historia, un ser vestido con sombrero y gabardina de color pardo encendía su cigarro. La llama iluminó sus enormes ojos de color teja, dio una calada a su pitillo y luego lo tiró al suelo asqueado.

—En esta dimensión el tabaco sabe a mierda, nadie en su sano juicio se fumaría esta trampa mortal. —dijo.

Su voz era melosa y meliflua, algo que nadie esperaría en un villano malvado y retorcido. Aunque, siendo sinceros, tampoco nadie esperaría que los humanos llegaran a ser los más inteligentes en ninguno de los agujeros o que nuestro misterioso villano en las sombras disfrutara de una tarde primaveral sentado en el porche tomando té y pastitas mientras hace ganchillo.

Avanzó por el callejón hasta llegar a la calle principal. Había mucha gente yendo y viniendo en todas direcciones de la manera más desordenada posible, sorteándose unos a otros. El villano de voz melosa y meliflua cual algodón de azúcar se mezcló entre la gente. Nadie pareció prestarle atención alguna, aunque era significativamente mucho más alto que la media humana, sin contar, claro, con sus otros atributos poco humanos, que no mencionaremos por el momento para conservar el suspense acerca de este individuo. Sin embargo, me comunican que se nos acaba el tiempo y tenemos que pasar ya a nuestro protagonista que esta esperando para entrar en escena y lleva un cuarto de hora queriendo ir al lavabo. 

Estivaldo entró en escena corriendo por el pasillo directo hacia el lavabo. Por desgracia para el pobre muchacho hoy habían encerado el suelo, y si a eso le sumamos la velocidad del chaval, sus reflejos de renacuajo retrasado, lo multiplicamos por el factor deslizante y le restamos dos, nos encontramos con que la considerable nariz de Estivaldo Ratonicus impacta desastrosamente con la puerta de madera blanca en un carnaval de sangre, mocos, sollozos y algo de pipi.

Quizás esta no era la entrada que esperábamos de nuestro héroe, así que vamos a dejar que se recupere y a darle otra oportunidad por la mañana.