Nobara wants to confess

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Okey.

No era tan complicado de comprender, al menos eso creía la mujer de cabellos castaños. Solo ir, plantarse frente al idiota que tenía de interés amoroso y decir: "Hey tarado me gustas, salgamos". Claro que Itadori sucumbiría ante la belleza y la labia de ella, Nobara Kugisaki, y hasta le besaría los pies ante su propuesta. Vamos, muy simple.

Fushiguro no lo veía de la misma manera, sin embargo. Primero, ante la confesión de amor de su amiga un día cualquiera después de haber pedido un par de bebidas en una cafetería que desconocía por completo —a elección de Nobara, hay que decir—, escupió el té matcha que estaba bebiendo; luego, con el plan de la mujer puesto sobre la mesa, solo pensó en golpearse fuertemente contra la pared. "¿Qué mierda de plan es ese?", pensó. Oh Dios, y lo peor era la expresión de autosuficiencia de Kugisaki, dejando en claro lo muy enserio que iba lo que estaba diciendo, estupideces después de todo pero para ella muy claras como el agua y, sobretodo, efectivas.

—Por favor, dime qué estás bromeando.

—¿Eh?— sacándola de su burbuja rosa, Megumi suspiró.

—Es lo más estúpido que he escuchado, después de cualquier cosa dicha por Gojo-sensei. Por favor, ¿crees que va a ser todo tan fácil?

—¿... Si?

En efecto, Megumi no entendía cómo tenía ese un par de estúpidos como amigos.

Bueno, entre ellos se complementan, claro. Es más, la idea de que estuviesen juntos en un mundo paralelo no sonaba tan descabellado. Tampoco el hecho de que Nobara fuera la que tuviese los pantalones en esa relación. Pero, era Nobara, y... siendo tan ella no le convencía mucho sus métodos.

No, de hecho, le resultaba desastroso.

—¿Por qué no lo sería?

—A ver, hagámoslo simple— se quejó Fushiguro—. No es para nada romántico, ¿no conoces la sutileza? ¿Y si se asusta? ¿O cree que es una broma tuya? ¿Y si te dice que no?

Sus palabras, dichas con tanto filo y hastío incomodaron a las personas alrededor suyo que, por accidente, escucharon la conversación de ellos dos. Cuando se percató de su falta de tacto (irónico siendo de eso de lo que se quejaba con Nobara), sentía casi como esos días cuando Tsumiki le regañaba por eso mismo, solo que ahora era el quien lo hacía mentalmente. Aunque, antes de poder disculparse y tratar de explicar mejor su punto, pudo ver que la expresión de Kugisaki era todo menos incomodidad.

—¿Eh?— como si de una verdad absoluta se tratase, la chica se sintió abrumada por su descubrimiento— ¡¿Cómo no lo pensé?! ¡Soy idiota!

—No digo que lo seas pero...

—¡Megumi!—sollozó la castaña— Enséñame lo que sepas, ¡por favor!

Ah. Casi por la impresión juro ver una mata rosa alejarse de la entrada de la cafetería en lo que Nobara se aferraba a su pecho.

Megumi entonces, al ver la expresión decidida de su compañera, supo que no lo dejaría en paz hasta que cumpliera su objetivo. Por qué bien podría ser un largo tiempo.

Oh quizás no, dependía mucho de su fuerza de voluntad y ganas.

Ganas que tan solo al día siguiente se habían ido. Nobara no paraba de pegarse a él como una mosca. Y si, mosca, porque tampoco cerraba la boca. Y si bien, tampoco le molestaba su entusiasmo y ganas de seguir con su idea de confesarse, ya habían pasado más de media hora y hasta ese punto las palabras solo parecían pitidos de un insecto volando alrededor de su oído. Tuvo que hacer una seña para que lo dejara descansar y analizar las cosas.

Ah, también estaba el detalle de que el chico de pelo rosa estaba que los veía con recelo a lo lejos. Satoru era quien lo mantenía ocupado de momento con su entrenamiento el día de hoy, pero no podía evitar sentir miradas punzantes de su parte de vez en cuando. Oh Dios, que obvio era.

Pero por alguna razón Kugisaki no parecía ni notarlo, solo volteaba a verlo y le sonreía como siempre. Solo ahí Itadori dejaba su oscuro semblante y volvía a sonreír como el idiota que era.

—¿Es enserio?

—¿Qué ocurre?

—... Nada.

Bueno, al menos la idea de que la rechazara quedaba descartada por completo.

Lo cual, hace que ahora Megumi quedara como un completo estúpido por meter la pata donde no le llamaban. El plan inicial de Nobara era infalible, recalque en 'era', porque el pelinegro mismo se encargó de quitarle la absurda idea de la cabeza para tratar de ser lo más sofisticado posible. Y, aunque suene idiota, Fushiguro se olvidó que no era un chico cualquiera de quién su amiga estaba enamorada, sino Yuji. Realmente se olvidó de ese detalle al encajar al otro como cualquier tipo, olvidando de que hablaba del imbécil que no dudó en tragarse un dedo de dudosa seguridad solo para salvarlo.

Y ahora no podía echarse para atrás, no solo porque aunque le dijese que quizás pueda volver a la idea inicial ella se negaría diciendo que era una tontería (tontería que él remarcó en primer lugar y el que ahora Nobara coincidía, lo cual le daría un punto para burlarse de él), sino por su orgullo mismo al meterse en ese lío. Tampoco pensaba que podía ser tan difícil, es decir, solo bastaba con decir algo convincente y listo, los dos tórtolos estarían juntos. Ahora el tema era pensar en qué.

—¡Oh! ¡Maki me está llamando!— emocionada, Nobara se levanta de su asiento después de revisar su celular—. Eh, voy a acompañarla, ¡volvemos a hablar luego!

Antes de si quiera decir algo la joven ya se encontraba muy lejos de su vista, dejándolo completamente solo frente a la imponente figura que aprovechó el momento para acercarse.

"Oh, maldición, qué hice".

—Hey, Fushiguro— con una obvia mueca que fingía ser una sonrisa, Itadori lo saluda, Gojo-sensei en algún momento los había dejado solos a los dos—. ¿Qué tal si hablamos un rato?

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