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Ciel a unos pasos de la pareja que se abrazaba en ese momento lleno de incertidumbre, los miraba fijamente sin que ellos lo hayan notado que estaba ahí de pie, este ya sospechaba que había algo entre ellos más que esa amistad que trataban de aparentar.

Empuñaba sus manos con coraje y algo de celos, porque aunque lo sospechaba no se imaginaba que su hermano sería capaz de algo así, el estaba preparado para darlo a una bella y distinguida mujer algún día pero nunca pensó que a su querido hermanito tendría que entregarlo a un hombre.

—Tranquilo... Nos recuperaremos... —Trataba de animarle Sebastian al notar la angustia de su hermoso humano, notando como este comenzaba a toser un poco y su respirar parecía agitarse al pasar de los segundos.

—¿Quien pudo hacernos algo así? —Cuestionaba el joven con la mirada llorosa mientras tosía un poco más esperando una respuesta de su amado que ciertamente no sabía que responder, sospechaba quien podía ser capaz de hacer algo así, en nombre del amor egoísta que tenía para su hermano, pero no podía acusarlo sin pruebas aunque con certeza sabía que había sido Ciel prefirió callarlo para no alterar más al joven.

Las personas murmuraban sobre el incendio a su alrededor, palabras que Astre no parecía entender ahora, cuando levantó la mirada notó a su hermano que los observaba fijamente, separándose de inmediato de su amante algo apenado pero aun afligido. Ciel corrió a su lado con un semblante lleno de preocupación e incertidumbre disimulando el enojo que sentía por dentro, abrazaba a su hermano para darle consuelo, el era quien debía dárselo no ese hombre que era un completo extraño pensaba para si.

—Iré a ver que sucede más de cerca, ustedes quédense aquí. —Hablaba Sebastian quien también contenía su enojo mientras se les alejaba, porque de alguna forma sentía la frustración y la angustia de su joven amante como suyas, le enfurecía verlo llorar de esa manera cuando horas atrás estaba tan ilusionado terminando de arreglar hasta el mínimo detalle en la tienda. Ahora ver ese esfuerzo reducido a cenizas le fastidiaba y pensar quien lo había ocasionado lo llenaba de una rabia incontenible, los humanos eran mucho más crueles que los viles demonios sin sentimientos pensaba para si mismo.

Astre comenzó a toser más fuerte y su respirar era más agitado que antes, parecía quedarse sin aliento, su hermano angustiado le hablaba para que se calmara y respirara con normalidad. Las personas a su alrededor dejaron de ver el fuego y comenzaron a ver al joven que parecía ahogarse, Sebastian al ver la escena a lo lejos regresó con prisa tomándolo entre sus brazos lo sacaba de ahí, caminando unos metros alejados de la muchedumbre y el humo, lo hacia respirar aire puro.

—El humo y la tensión seguramente hizo que su asma quiera volver a aparecer. —Con seriedad hablaba Ciel viendo como su hermano no se separaba de Sebastian lo llenaba más de celos, aunque al menos parecía recuperar el aliento.

—¿Sufres de asma? ¿Por qué no me dijiste?

—Porque mi hermanito no había tenido una recaída desde los 15 años, los médicos dijeron que con los cuidados correctos el no me volvería a tener una recaída. —Respondió Ciel a la pregunta del mayor ya que su hermano apenado desviaba la mirada y no podía hablar mucho por el momento.

—Ya entiendo... —Murmuró Sebastian sintiendo la mirada penetrante de Ciel sobre el y este no se dejaba intimidar así que tampoco le bajaba la mirada, Astre absorto de esta pelea de miradas solo cerraba los ojos pensando en su mala suerte.

—Quiero ir a casa... Sebastian —En un leve murmullo los labios de Astre se movían pidiendo aquello a su amante que le obedecía dejando atrás al otro joven mientras ellos caminaban a su casa a unas cuadras.

—Esa no es tu casa... Tu casa, tu hogar están en Inglaterra.

Eran las palabras con un tono de molestia por parte de Ciel, cuando caminaba tras de ellos, eso hizo detener a ambos y le miraron por tan repentina aclaración.

El fabricante de juguetes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora