Los rayos de sol que apenas se vislumbraban esa mañana dando la bienvenida a un nuevo día en la mansión Phantomhive, donde una escena muy triste se observaba en la entrada principal de esta. Los gemelos Phantomhive siempre habían sido muy unidos, era un vínculo especial que los unía desde que nacieron hasta ahora en que la flor de la juventud se manisfetaba en ellos, pero ese lazo que los unía no compartía un mismo destino, ya que cada cual tenía su camino trazado a uno favoreciéndolo más que al otro.
Pero en la vida a veces se presentan cambios, Ciel el mayor de los gemelos no quería aceptar la decisión de su querido hermano menor quien con maleta en mano se despedía al pie del carruaje que lo llevaría a la estación de trenes en unos minutos. Este no podía evitar sentir miedo, pues ahora debía enfrentarse solo al mundo, ya no estarían sus padres y hermano para que lo ayudaran, a la vez un sentimiento de tristeza le embargaba al dejarlos, pero era consciente que quedándose con ellos no podría cumplir su sueño.
Con una sonrisa nostálgica los abrazaba despidiéndose con la promesa que pronto tendrían noticias suyas, por medio de una carta o una llamada de teléfono, partía de su hogar con un corazón que estaba lleno de esperanza, en su maleta junto a su ropa llevaba su cuaderno, ese que llevaba años llenando de sus dibujos con juguetes que se imaginaba el hacerlos realidad un día.
-Aun puedes arrepentirte y quedarte con nosotros. -Eran las palabras de la voz entrecortada de su hermano, que ya llevaba días rogándole que desistiera de su decision, trataba de no llorar pero le dolía ver que su hermano y mejor amigo se fuera así, el día que esperaba que llegara había tristemente llegado.
-Ya hablamos de esto Ciel... Déjame intentarlo, si fallo no tengas dudas que volveré pronto. -Con una pequeña sonrisa este le animaba mientras jugaba con sus cabellos alborotándolos.
-Hijo tampoco digas eso, si te vas de aquí dejando a tu familia al menos debes poner tu esfuerzo en hacer las cosas bien. -Hablaba a manera de regaño Vincent que ya resignado solo dejaba que su hijo menor cumpliera su sueño, después de todo su vida no estaba ya definida como la de su hermano, que tenía mayor relevancia para el apellido Phantomhive.
Rachel lloraba al ver como su hijo ya todo un joven inglés aun lo veía como a su pequeño a quien debía cuidar, en el carruaje se disponía a marcharse, también resignada solo le deseaba lo mejor en medio de lagrimas, no tenía otra opción más que aceptarlo ya que el se aferró muy fuerte a su decisión, algo digno de admirar, esa perseverancia y seguridad que lo caracterizaba a pesar de su frágil apariencia.
-Cuando llegue a Paris, mandaré una carta. Lo prometo... -Dijo mientras miraba por última vez a su familia que con tristeza lo dejaban irse, y aunque pretendiera hacerse el fuerte le afectaba dejar su cómoda vida por una que el mismo debía formarse solo.
El joven emprendió su viaje, tomando el tren que lo llevaría de Londres a París donde pretendía dar inicio a su carrera con un reconocido juguetero de la ciudad, aunque bien pudo haberse quedado en Londres para hacerlo, no quería que su apellido le facilitara todo, mientras más lejos estuviera de que lo reconocieran era mucho mejor. Era la segunda vez que visitaba la ciudad parisina, unos años atrás la habían visitado junto a la familia, eso ahora le daba cierta nostalgia al verse solo en una ciudad tan grande y de apojeo social.
Con su maleta en mano buscaba el hotel donde iba a hospedarse luego que el carruaje lo dejara cerca del centro, de alguna forma se sentía extasiado al actuar de forma independiente cuando siempre había sido el consentido, al que nunca dejaban hacer las cosas por si mismo por ser enfermizo y tan frágil. Agradecía que su salud hubiera mejorado aunque debía cuidarse para no tener una recaída.
Ya la noche estaba por caer cuando encontró el hotel, al llegar a su habitación exhausto por el viaje solo se quedó dormido hasta el dia siguiente, a primera hora mandó una carta a su familia como se los había prometido. Una nueva mañana empezaba y el jovencito de galante apariencia no pasaba desapercibido por donde pasaba, en especial las jovencitas que coquetas le sonreían tratando de llamar su atención. Astre quien apenado las ignoraba solo trataba de llegar a la cita con ese famoso juguetero, el no le interesaba por el momento involucrarse en una relación sentimental además no tenía experiencia en ello, solo pensarlo le llenaba de vergüenza, su timidez era innata en esos temas muy al contrario a su hermano que era muy sociable con todos y hacia amistades de ambos géneros con facilidad.
-Señor... Estoy muy agradecido que haya aceptado verme, admiro mucho su trabajo y como ha levantado la industria del juguete aquí en Francia.
-Eran las palabras de Astre mientras saludaba a un señor ya de edad madura que parecía estar de mal humor al llegar a la oficina de una empresa alejada un poco del centro.
-Tu eres el chico de Londres... ¿No? ¿Qué tienes que mostrarme?
-Si, aquí tengo mis bocetos de algunos juguetes que me gustaría crear... -Le decía con una nerviosa pero ilusionada sonrisa, era muy diferente al hombre que se había imaginado, no creyó que alguien que llevara magia a través de un juguete fuera tan amargado, eso lo decepcionó un poco. Aun así sacaba su cuaderno para enseñarle sus trabajos con ilusión se los mostraría mientras trataba de explicarle lo que este observaba.
El hombre con desden miraba los dibujos del joven Phantomhive que se sentía aun más nervioso, pues no veía ningún interés de ese hombre en sus trabajos que para él eran lo más valioso, comenzaba a desanimarse ya podía verse regresando a casa con las manos vacías.
-Vi algunas cosas que podrían ser interesantes otras que me parecen absurdas, te pagaré buen dinero por el boceto de este que llamó mi atención. -Le decía cuando terminó de revisar el cuaderno, solo le señaló un conejo de peluche era el único que le gustó.
-Pero yo no vine solo a vender mis diseños, yo quiero hacerlos y crear nuevos juguetes, pensé que me daría la oportunidad para eso, que me enseñaría como hacerlo.
-Creo que interpretaste mal el sentido de esta cita, yo no necesito a alguien que venga con ideas raras a querer reemplazarme en este negocio.
-Yo no quiero reemplazarlo, solo quería contar con su experiencia. Pero siendo así, fue un placer conocerlo. -Sin decir más el jovencito se levantaba y se marchaba indignado por la forma en que fue tratado, no entendía la actitud de este hombre al tratarlo de esa manera.
-Maldición... -Murmuraba Astre sentándose en una banca de una plaza del centro, todo lo que había planeado se desvanecía y eso lo llenaba de rabia, volver a casa sin haber obtenido algo, resignado a cumplir su sueño a través de su buen nombre parecía que era la única opción que tenia y era la que no quería utilizar.
A unos metros se percibía una mirada que no se apartaba de la juvenil silueta que se hundía en pensamientos negativos, y este ni siquiera notaba que era observado fijamente, levantándose solo decidió caminar para pensar que haría ahora, al menos quería quedarse unos días hasta armarse de valor y regresar.
-Fue muy triste negarme a la petición de su hermano... El tiene mucho talento hubiera sido bueno enseñarle a alguien como él. -Hablaba el juguetero a través del teléfono con alguien, que bien podía advertirse quien era, Ciel, su hermano gemelo que le hacia una jugarreta cruel solo con el pretexto de traerlo a su lado.
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El fabricante de juguetes
FanficCiel Phantomhive se ve resignado a dejar ir de su lado a su hermano gemelo para que este cumpla su sueño, el de fabricar juguetes. Este hace todo lo posible por cumplir esa meta por si mismo sin valerse de su buen nombre. Esta historia es una realid...