Fortuna 5

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Los tres nos observamos sin pronunciar ninguna palabra, esto jamás estaba en mis planes y no puedo formular una posible respuesta a que Syaoran este justamente aquí. Debo tranquilizarme si no quiero alertar a Yukito y actuar antes de que mi novio adolescente haga una tontería y empeore las cosas. Agradezco que no esté nadie de mis ex compañeros en la puerta ni a sus alrededores. Inclusive Tomoyo y las demás.

Maldita sea. Debo pensar algo rápido.

Pronto, ideo un plan.

—¡Li! —bajo los escalones de la entrada a toda prisa y me planto frente a Syaoran. —¿Por qué estás tan tarde fuera de tu casa? —con mi modulación de voz exagerada trato de comunicarle entre dientes que me siga el "show", está impresionado, pero no dice nada, así que asumo que me entendió. —Aunque sea fin de semana sigo siendo tu maestra. —Yukito. —me giro para verlo, esperando que crea mi actuación. —Debo asegurarme que mi alumno llegue sano a su casa.

—¿No quieres que llame a un taxi para él? —camina hacia nosotros, pero lo detengo con mi palma extendida.

—No te preocupes. Después hablamos. —empujo a Syaoran con mis manos para que empiece a andar. —Le dices a Tomoyo que después le hablo. ¡Hasta luego!

Dejó atrás a Yukito, quien tiene un semblante lleno de confusión por lo que acaba de suceder. Seguimos caminando hasta que nos mezclamos entre la muchedumbre.

—Así que ese es "Yukito" —susurra.

—¿Cómo supiste que estaba ahí? —ignoro lo que acaba de decir y tampoco hago contacto visual. —¿O fue una coincidencia?

—Tu amiga la doctora me lo dijo. —suelta con naturaleza.

—¿Ah? —exclamo llena de desconcierto. —¿Desde cuándo son tan cercanos? —esa Tomoyo, me debe muchas explicaciones.

Syaoran se detiene y me abraza repentinamente.

—¡Hey! —susurro. —¿Qué haces? —no puedo creer que, con solo este gesto, mi corazón palpite con locura. —La gente nos está observando.

—No te soltaré. —me abraza más fuerte. —No hasta que me prometas que hablaremos.

¿Qué clase de chantaje adolescente es este?

—Te voy a patear. —solo puedo ver como los curiosos transeúntes no dejan de cotillear sobre nuestra escena. —Déjame.

—Lo iba a hacer frente a él—dice al ras de mi oreja y causa que parte de mi nuca sienta un escalofrío. —Merezco una recompensa por mi buen comportamiento.

—¿Qué eres? —hundo mi cabeza en su pecho. —¿Una mascota?

—Que vino a buscar a su dueña. —su broma absurda me hace sonreír, no sé qué pasará, tampoco de que hablaré, sin embargo, de una cosa estoy segura; estoy feliz de que haya venido.

—Vamos a casa. —al pronunciar aquello, por fin me libera de su abrazo y por primera vez, hacemos contacto visual. —¿Te parece bien?

—Sí. —me regala una dulce sonrisa. —Vamos.

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Al llegar a casa, le pido a Syaoran que espere en la sala, mientras yo busco en el refrigerador que hacer para cenar, conseguí sobras de la comida que aún son frescas, al instante de cerrarlo, de nuevo me abraza.

—Parece que has hecho algo muy malo. —lo veo de reojo. —Demasiados abrazos.

—No me gusta. —sisea y pienso que está evadiendo lo que dije y que quizás si hizo algo malo.

Suerte en el amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora