¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
── LO SE, ¿VERDAD?UNA CHICA NUEVA, ES RARÍSIMO, Y MÁS A MITAD DE SEMESTRE. ── Se escuchó la voz de Jessica Stanley en el pasillo.
Alyson rodó los ojos aburrida. Toda la semana habían estado hablando acerca de la chica nueva, que era hija del sheriff Swan, que no iba al pueblo desde que era una niña, que era hermosa, que se había ido con la ─ y cita─; loca de su madre. Así, miles de cosas más. Sinceramente ya estaba harta, lo único que hacían era hablar de esa chica desconocida. Se podría decir que hasta ansiaba el que la chica llegue de una buena vez por todas, no soportaba a los demás, ni a los chismes, ni a sus mentes. Se había llevado un par de disgustos por andar rondando por ahí, ¿que acaso los adolescentes no podían estar ni un segundo sin pensar en sexo?
Abrió las puertas de la cafetería para poder reunirse con Oliver. Estaba un 90% segura de que él también tenía chismes de esa Isabella Swan. ¿Los quería escuchar? no, ¿tendría que hacerlo? si, porque si no lo hacía su hermano la ignoraría (aunque eso casi nunca funcionaba).
Una vez pudo visualizar al chico, fue hacia la mesada para agarrar una manzana y una botella de agua.
── Todos hablan de esa nueva, déjame adivinar... Tú también tienes algo que decir de ella, ¿verdad? ── Dejando la comida en la mesa, arrastró la silla hacia atrás para poder sentarse.
Apoyó sus codos en la mesa, y su mejilla sobre su mano. ── Bien, dime. ¿Que tienes, eh?
El rubio emocionado, comenzó a dar borbotones de chismes.
── Wow, wow. Alto ahí vaquero, apenas pude entender las primeras dos palabras.
El mellizo blanqueo los ojos, y suspirando repitió. ── Te decía, rubia idiota, que la chica nueva es hija del sheriff Swan, se llama Isabella y dicen que es super tímida.
Alyson frunció el ceño. ── ¿Cómo siquiera saben eso?, nadie la conoce.
Él se encogió de hombros. ── Solo digo lo que escuche por ahí.
── Si, yo también lo escuche.
Escucharon un jadeo, automáticamente ambos voltearon a ver a la mesa más alejada de todas. Como si estuvieran raramente sincronizados ─ cosa que estaban, en realidad ─, se levantaron de sus asientos, logrando que sus sillas emitieran un chirrido que inundó el lugar por completo, haciendo que todos los miraran. Sin darle importancia a los para nada discretos ojos, ambos se encaminaron hacia aquella mesa, preocupados.
Avanzaron a zancadas, una vez llegada a la mesa, consiguieron dos sillas de la mesa cercana y se sentaron.
El rubio habló. ── ¿Qué sucede?
La pelicorta salió del trance y miró a todos emocionada, el cobrizo a su lado sonrió.
── ¡Esto va a ser tan emocionante!, hay que hacer que funcione... ── Empezó a divagar y balbucear.
La mayor de los mellizos ─ sólo por dos minutos ─ estaba cada vez más confundida.
── ¿A qué te refieres, Alice? ── Preguntó inquieta, sin razón conocida para ella, aquella visión no la dejaba estar tranquila. Su hermano se removió en su silla, sintiéndose igual que ella.
La vampiro con aspecto de hada sonrió abiertamente. ── A que ella ya está en camino.
Los mellizos se vieron entre ellos, uno con una sonrisa deslumbrante y la otra con un brillo especial en los ojos.
