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JiMin deposita el envoltorio vacío en la basura, ha terminado de comer el tercer paquete de galletas en el día y ya se siente satisfecho

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JiMin deposita el envoltorio vacío en la basura, ha terminado de comer el tercer paquete de galletas en el día y ya se siente satisfecho. Relame sus labios sintiendo aún las migajas y los residuos de las chispas de chocolate; sus favoritas.

Está solo, su padre y su hermano están en una de las tantas presentaciones de TaeHyung, por lo que tiene al menos una hora más para comer cualquier bocadillo que se encuentre sin ser descubierto y reprendido tal y como siempre ocurre.

Revisa la alacena y el refrigerador, pero solo encuentra montones de frutas, verduras orgánicas y lácteos bajos en grasa; seguramente estos últimos por la dieta estricta que TaeHyung ha mantenido por meses, incluso años. Desagradable.

Toma su mochila y sale de casa, a un par de calles se encuentra la tienda, misma que es famosa por ser atendida por el chico lindo del vecindario –que le ha robado el corazón a más de la mitad de las señoritas–, YunHo.

— ¡YunHo-hyung! —el menor entra con una sonrisa, el nombrado le sonríe amablemente. Por lo general, JiMin aparecía a la misma hora casi todos los días.

— ¡JiMin-ah, buenas tardes! —su sonrisa es tan grande que se le hacen arrugas a ambos lados de sus ojos— ¿qué te trae por aquí?

— Ya sabes a lo que vengo.

— Acaban de surtir las galletas, adelante, escoge las que tú quieras —le guiñó un ojo.

YunHo nunca se atrevería a ser grosero con JiMin, pues sólo es un adolescente de dieciséis años, pero sabe que con ese estilo de vida, dentro de poco tiempo va a enfermar. Es demasiado joven como para comenzar a depender de medicamentos por el resto de su vida, no obstante, ese no es un asunto en el que debería de meterse, pues no es su padre.

Tampoco es nutriólogo o algo por el estilo, entonces ¿por qué debería de opinar?

Tras pagar las galletas y guardarlas en su mochila, regresa a casa y se dispone a comerlas. Una vez terminado con dos de los ocho paquetes que compró, guarda el resto en una caja debajo de su cama y la esconde en una esquina donde a simple vista no se pueda ver, podrá comerlas más tarde cuando deje de sentirse lleno o bien, cuando vuelva a sentirse ansioso. Ha tenido esa actitud desde que tiene memoria, siempre solía esconder las golosinas de su padre para evitar ser regañado. Desde que era un niño pequeño, JinYoung siempre ha mostrado un desagrado por sus hábitos alimenticios, realmente nunca lo entendió, ¿por qué otros niños podían comer galletas y dulces, pero él no? ¿por qué era diferente?

Media hora más tarde, su padre JinYoung y su hermano llegan a casa, TaeHyung habla animadamente con el hombre, cuyos ojos están iluminados mientras mantiene una sonrisa de oreja a oreja; está orgulloso del talento de su hijo mayor y no tiene intenciones de esconderlo. No es de esperarse menos, JinYoung siempre ha estado orgulloso de TaeHyung y si fuera por él, lo anunciaría en la televisión, radio y periódicos de todo el mundo, porqué para él, todos debían reconocer a su hijo.

Dear Chim ● YoonMin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora