Cuando al fin les fue posible separarse, Christopher lo obligó a bajarse de su regazo, sin importarle cuan adormecido y a gusto se encontraba el omega sobre su cuerpo. Erick se tambaleo cuando sus pies tocaron el suelo, su visión estaba algo borrosa y su sistema de deducción parecía no querer reaccionar. No entendía nada de lo que a su alrededor ocurría.
Él sólo deseaba volverse a dormir aspirando aquel sutil aroma tan cautivante y placentero, escuchando ligeramente aquellos pacíficos latidos del corazón, percibiendo aquellas tibias caricias en su espalda que no hacía otra cosa más que producirle una enorme relajación. Quería eso. Pero, al parecer, se había acabado, y ahora unas manos ajenas lo vestían.
Erick parpadeó seguidamente en un vago intento de abandonar aquel estado de somnolencia en el que se ubicaba. Se talló los ojos despacio cuando su cuerpo fue elevado con cuidado hasta el escritorio. De entre sus labios huyó un quejido indetenible al instante en el que sus glúteos colisionaron contra la madera del mueble. El dolor fue instantáneo y agudo, como un profundo pinchazo atravesándolo. No recordaba cuándo había sido lo última vez que, por culpa de un encuentro sexual, le doliera de tal manera sentarse.
Intentó enfocar su vista en aquel hombre que pretendía colocarle el jean y aspiro con fuerza para olfatearlo. Una sonrisa se formó en la comisura de sus labios al advertir que el alfa se encontraba regado de su olor, siendo apenas percibido el propio. Erick lo contempló con admiración, dándose cuenta que cada una de sus facciones sólo reflejaba lo hermoso que era.
Sin embargo, su cálida sonrisa se desvaneció y aquel singular brillo en sus orbes la acompañó en su partida en cuanto el omega evocó los recientes recuerdos que su memoria pareció haber olvidado por un efímero momento.
—Quiero ver a Yoyo —murmuró, su voz sonó mucho más débil de lo que se esperaba.
El alfa lo obligó a ponerse de pie, de modo que se le facilitara el hecho de terminar de subirle el pantalón. Luego de eso, lo alzó entre sus brazos y el omega, vencido por el cansancio, no tuvo más alternativa que aferrarse a sus hombros y enlazar sus piernas en la cintura del otro.
—Necesito ver a Yoyo —insistió al mismo tiempo en que reposaba con delicadez su rostro sobre la zona de la clavícula del alfa, absorbiendo el ápice de su aroma que no se dejaba opacar por el suyo.
—Tienes que descansar —replicó el mayor, abandonando aquel despacho.
—No… quiero verlo —musito en medio de un bostezo y sus párpados rebeldes se cerraron sin permiso. Ya casi había olvidado lo bien que se sentía que un alfa lo cargara.
—Dormirás, estás cansado —demandó el alfa.
— ¿Dormirás conmigo? —quiso saber ya habiendo ingresado en un casi completo estado de adormecimiento.
—No, tengo trabajo que hacer —declaró con su ya habitual tono de voz brusco.
—Cuando termines, ¿vendrás a dormir conmigo? —murmuró el omega al sentir el modo suave y delicado en el que era depositado sobre la sedosa tela de algún cubrecama.
—No, dormiré en mi habitación. Cuando tu celo acabe hablaremos.
—Quédate —musito despacio, luego de ser arropado por el alfa, pero al notar que este comenzaba a alejarse lo tomo del antebrazo, impidiendo que se marchara.
—He dicho que no —vociferó de repente, dándole un respingo. Erick lo soltó de inmediato, encogiéndose sobre sí mismo, espantado.
—Tú… t-tú has d-dicho que si aceptaba s-ser tuyo me d-darías todo lo que yo d-desee —tartamudeó el omega haciendo su mayor esfuerzo por no soltar aquellas lágrimas que sin permiso asomaban por sus ojos—. ¿Acaso es mucho pedir que te quedes un ratito conmigo hasta que me duerma?
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Sublime Dominación | ChrisErick | OMEGAVERSE
WerewolfErick, un delicado omega amante de las noches de descontrol, tendrá que renunciar a todo cuando Christopher Vélez, un dominante alfa italiano, lo reclama como suyo cuando una manada de alfas cegados por el morbo quiere abusar sexualmente del omega i...