Un respiro

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- Hoy hay una exposición de ciencia ficción ¿Te gustaría ir?

- ¿No tienes que trabajar?

- Tengo unos días libres acumulados, puedo usar este

- En ese caso... Sí, me gustaría ir. Podrías enseñarme la ciudad...

- ¿No conoces Virginia?

- No mucho en realidad, sólo he salido unas veinte veces del internado, tal vez he salido más veces, pero a los lugares que he ido no son nada interesantes.

- ¿Ser guía turista por un día? Suena interesante

- Jajaja, es bueno hacer de todo un poco en la vida.

- Termina de comer, no perdamos un segundo.

***

- ¡Taxi!- llamó Sophia alzando su mano.

Spencer le abrió la puerta a Sophia y cuando él estuvo adentro le indicó hacia donde debía dirigirse al taxista.

Otra vez imperó el silencio entre los hermanos, pero ninguno se atrevió a romperlo, se empezaba a hacer algo habitual, no eran necesarias las palabras, el silencio era reconfortante.
Ambos distraídos en sus mundos, sin dejar de saber que tenían la compañía del otro.
Las calles estaban concurridas, las aceras llenas de gente procurada por el día a día, entregándole su alma al trabajo, dejando de lado la vida, viviendo en un mundo gris y frío. Se notaba en cada cara: preocupación, nervios, estrés, amargura. Muy pocas personas se reían, pocas personas eran luz en esa oscura realidad.

¿Qué tan difícil era detenerse un segundo y mirar al rededor, contemplar los detalles pequeños y hermosos que se escondían de la vista apresurada y se mostraban sólo a los ojos detallistas? Sí sólo se detuvieran un segundo, verían la pequeña flor que crece a la orilla de la calle, o los rayos del sol reflejados en las ventanas de los enormes edificios.

Pero no, nadie vería el cielo y nadie se sentiría feliz de tener la oportunidad de ver una mañana como esas.

Sin embargo ¿qué más daba?, Sophia lo veía y no podía hacer nada por los demás.

Saber eso era horrible, ¿Qué podía hacer por todas esas pobres almas?
No podía poner un cartel, o detenerlos, no podía hacer nada.

Con un suspiro volteo a ver a su hermano, él estaba sumido en sus pensamientos, pero se volvió a ver a Sophia. Ella sonrió y siguió mirando por la ventana.

Habían pasado unos diez minutos cuando escucharon decir al taxista que ya estaban por llegar.

El día era gris, sin embargo algunos rayos de sol se filtraban por las espesas nubes. No hacía frío, pero tampoco hacía calor.

El taxista se detuvo dos cuadras más adelante, frente a un gran edificio gris, con entrada de puertas de vidrio y para llegar a ellas una serie de gradas.
Spencer agradeció al taxista después de pagarle.

Sophia reía para sus adentros, veía cuántas personas entraban disfrazados de diferentes personajes de ficción.

- ¿Entramos?

Sophia rio.

- Tomaré el riesgo.

Dentro habían filas interminables de puestos con diferentes temáticas.
Además de cientos de personas con diferentes trajes, algunos trajes estaban bien elaborados, otros... No tanto, pero en cada disfraz se notaba la afición de su portador.

Los hermanos caminaban desinteresados, viendo a cada lado.

- ¡OH POR DIOS!- exclamó Sophia entusiasmada.

Hey! Sister?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora