Enfrenta a los demonios, luego respira - KilluGon [HxH TRAD]

Capítulo 4

Gon se sienta completamente quieto en la mesa de la cocina mientras la habitación gira violentamente a su alrededor.

Lo ha arruinado. De alguna manera, se las arregló para arruinarlo.

Debe de haber cruzado una línea, de alguna manera. El beso que le dio a Killua en el cabello debe haber cruzado un límite tan grande que Killua lo canceló todo.

O tal vez Killua simplemente decidió que los costos superaban a los beneficios. Tal vez prefería soportar las pesadillas solo a tener que someterse al afecto de Gon.

O tal vez los sentimientos de Gon se hicieron evidentes. ¿Y si Killua lo sabe? ¿Qué tal si él sabe y el asunto le es tan profundamente repulsivo que él ya no puede soportar dormir al lado de Gon?

Lo que sea que Gon haya hecho, estuvo mal. Imperdonablemente mal.

El cuerpo de Gon se siente tan pesado que es casi paralizante. El solo pensar en levantarse de la mesa suena como una hazaña imposible. Sólo quiere quedarse inmóvil, hundiéndose más y más en la silla, por la eternidad.

Pero a pesar de lo adormecido que se siente su cuerpo, sus pensamientos corren persiguiéndose en espirales que no paran. Todas las cosas que debe haber hecho mal. Todas las formas en que no debe ser lo suficientemente bueno para Killua. Los círculos se hacen cada vez más estrechos y rápidos hasta que apenas puede seguir su movimiento.

Ya no podrá abrazar a Killua. El pensamiento no debería ser tan devastador como lo es. Gon sabía, en el fondo, que en realidad esto se acabaría pronto. Sabía que tocar a Killua era un capricho temporal, una felicidad breve y pasajera. Lo sabía, y sin embargo, la realidad de no volver a tocarlo nunca más lo golpea como un gancho en la garganta.

Gon no sabe cuánto tiempo está sentado en la mesa. Simplemente espera hasta que la profunda pesadez de sus extremidades finalmente disminuye y es capaz de moverse de nuevo. Cuando se levanta, sus movimientos son lentos y robóticos, y cada uno requiere una orden explícita. Levantarse. Empujar la silla. Ir al armario. Coger un tupper. Colocar las panqueques dentro de él. Llevar los panqueques y la miel de maple a la nevera. Colocarlos en la estantería. Cerrar la puerta. Sus pensamientos acelerados se han ralentizado hasta convertirse en simples imperativos.

Gon se queda de pie durante unos instantes en medio de la cocina, con los brazos colgando sin fuerza a los lados. No sabe qué hacer con él mismo. No tiene ganas de hacer nada, aparte de dormir durante el resto del día. Durante el resto de la semana. Pero ahora está demasiado angustiado para dormir. Necesita una distracción. Tal vez un videojuego. Eso podría ayudar. Podría ocupar su mente por un tiempo. Da pasos lentos y decididos hacia el salón y enciende la televisión. Coge el mando. Se sienta.

Y después de un rato, eso ayuda. Consigue concentrarse en la sencilla mecánica de combate lo suficiente como para acallar el enredado y caótico nudo que le oprime el pecho. Después de un rato, se calma. Al cabo de un rato, no siente más que un vacío enorme pero soportable.

Gon hace todo lo posible por evitar a Killua durante el resto del día. El apartamento es pequeño, pero con suficiente paciencia y estrategia, logra evadirlo la mayor parte del tiempo. Cuando interactúan, Killua se muestra despreocupado y casual. Por supuesto que lo hace; por supuesto que terminar el acuerdo entre ellos no le trae más que alivio. Gon hace todo lo posible para igualar el tono neutral, hace todo lo posible para fingir que no pasa nada. Después de cada vez que hablan, Gon siente que podría vomitar.

Gon espera hasta que Killua se duerma antes de irse él a la cama. No está seguro de poder soportar que los dos se metan en sus camas por separado, se den las buenas noches y apaguen la luz como si no pasara nada. Así que se queda despierto hasta que sus ojos se sienten arenosos y secos antes de dirigirse por fin a su habitación.