El Barco VII

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   Era una noche tranquila, demasiado tranquila, algo que era demasiado raro para los marineros de El Barco VII.La marea se alzó repentinamente sacudiendo el barco de un lado a otro. Un trueno retumbó a lo lejos.

   —¡Capitán! —exclamó un marinero—. Tiene que ver esto.

   El capitán se levantó de su asiento junto a la ventana, cerró su mapa y caminó hasta la puerta. El marinero se movió y lo dejó pasar. Subió unas escaleras y llegó a la cubierta. Una docena de marineros se encontraban agrupados a la orilla de la cubierta, mirando algo que no era del todo visible.
   —¡Fuera de mi camino! —ordenó el capitán.
   Los marineros no se tardaron en hacer caso y se movieron. Una gran figura se alzaba a la borda del barco. Esta parecía estar formada de nubles oscuras, sus extremidades eran serpentinas y daban curvas inhumanas, su cabeza era enorme y tan redonda como una pelota, sus ojos grandes no reflejaban nada, ni una pizca de vida.
   —¡Lárgate de mi barco! —ordenó el capitán, notablemente enojado por la interrupción.
   La criatura formó una aterradora sonrisa curveada. Se pudo percibir un aire de satisfacción por parte de la criatura. Por un milisegundo sus ojos se tornaron de rojo intenso, que hizo que el capitán se pusiera nervioso.
   Detrás del capitán los marineros empezaron a retroceder lentamente. Unos empezaron a tomar lo poco de mercancía que quedaba, listos para lanzarlos contra la criatura en caso de tener que defenderse.
   La criatura era notablemente más inteligente que aquellos viajeros. Sacudió el barco y un marinero lanzó lo que tenía contra la criatura antes de caer. La manzana traspasó el cuerpo de la criatura. Se había formado un pequeño orificio en el pecho de la criatura. Se podía notar su molestia por lo sucedido.
   —Me darían un barril —pidió la criatura con una voz áspera y terrorífica.
   Los marineros se miraron entre ellos y después al capitán que seguía parado firmemente con la mirada a la criatura. El capitán se movió y miró a los tripulantes.
   —¡Qué esperan! ¡Muévanse!
   Los tripulantes rápidamente empezaron a vaciar uno de los barriles de la cubierta. Uno de los marineros más jóvenes caminó hacia la criatura y le entregó el barril. La criatura lo tomó con una de sus serpentinas extremidades y lo hundió en el océano, así llenándolo de agua. Apenas sacándolo, más extremidades salieron de su cuerpo que fueron tomando uno por uno a los marineros. 

   Pronto, fue ahogando a cada uno de ellos hasta no quedar ninguno vivo. Tiró el barril al mar y comenzó a hundir el barco. La criatura estaba por regresar al fondo del océano cuando vio un pequeño bote alejarse del barco, habían sobrevivientes. Nadó hasta el bote, ahí había un señor junto a su pequeño hijo.

   —¿Tienen un barril? —preguntó inocentemente la criatura.
   El señor dejó de remar y le pidió a su hijo que le diera el barril. El pequeño niño lo tomó y se lo entregó temeroso a la criatura. Este la tomó e hizo lo mismo que había hecho minutos antes. Lo sumergió al océano, pero ahora este no contenía agua, no había fondo en el barril, estas personas conocían de qué criatura se trataba. La criatura los miró nuevamente, pero ellos ya no estaban ahí. No había rastro de ellos. La criatura admitió su derrota, dejó el barril flotando en el agua y se sumergió de nuevo a las profundidades del infinito océano.
  
 ...

Que sepan que este cuento lo escribí entre finales del 2020 o inicios de 2021. Era nueva. 

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