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La mirada ámbar se notaba cansada, no podía mentir, estaba nervioso, debía esforzarse como nunca en no arruinar el día, debía esforzarse en no ser inútil para su compañero de equipo y lograr salvar el pellejo de ambos, para eso necesitaba descansar y llegar con energía, pero los nervios habían actuado en su contra y la noche fue difícil llena de pesadillas en las que arruinaba la receta, incendiaba el aula y el rubio le gritaba diciendo que lo odiaba, así era imposible descansar.

Pero aunque el día había iniciado mal por lo menos no había olvidado los ingredientes, llevaba todo en una bolsa extra que colgaba de su hombro, la mantenía sujeta con firmeza, debía cuidar esos ingredientes con su vida, no lo arruinaría por nada del mundo.

-Marjo tu camisa es hermosa ¿dónde la compraste?- inmediatamente el azabache giró la mirada a la dirección de donde provenían las voces femeninas, rápidamente se acerco buscando con la mirada un punto fijo, sabía que si la rubia estaba en el instituto, su hermano también estaría ahí.

Y así fue, la mirada ámbar se fijo en el rubio alto de mirada tranquila, su cabello lucia brillante y alborotado como siempre, sus mejillas rozadas al igual que sus labios, sus pestañas largas y esos maravillosos ojos distraídos que al encontrarse con los suyos se hicieron pequeños para formar una sonrisa, ambos se acercaron al otro cruzando entre las chicas.

-¿estás listo?- la voz del rubio sonaba emocionada.

-estoy nervioso, pero no lo arruinare- la firmeza de sus palabras alegro al rubio.

-lo haremos bien.

-¿Wendy?- todos incluyendo el par de chicos miraron al final del pasillo de donde llegaba una chica con apariencia cambiada.

Había dejado en casa la boina purpura que llevaba siempre, su rostro no tenía ni un poco de maquillaje, usaba un pantalón negro, una playera blanca y un chaleco de mezclilla pero lo más impactante para todas las chicas que la observaban con la boca abierta era el cabello obscuro que había permanecido largo por debajo del pecho desde la infancia hasta la actualidad, ahora solo quedaban mechones cortos desalineados. Rápidamente las chicas se acercaron con miradas preocupadas, junto a ellas el rubio quien miró a Bebe pero ella corrió hasta acercarse a la azabache.

-Wendy- la azabache alzo la mirada, en su mente había imaginado esa escena después de cortar su cabello en la mañana, todas se quejarían diciendo que era un error cortarse el cabello y que solo era demasiado obstinada y estaba haciendo un berrinche, no quería esas palabras, mucho menos de su mejor amiga, pero al levantar la mirada se encontró con las mejillas sonrojadas y una mirada emocionada -¡luces increíble!

-mi cabello esta destrozado- ambas rieron.

-no, te ves bien, siempre te ves bien pero así se ve más tu rostro así que te ves más linda- las mejillas de la azabache se sonrojaron.

-aunque si te destrozaste el cabello- Nichole se acerco con una sonrisa –no se ve mal pero se ve extraño, solo necesitas un peinado diferente... y que te emparejen el cabello, esta un poco disparejo.

-¡Tweek podría cortarte el cabello!- sugirió Marjorine tomando por los hombros a su hermano acercándolo más a la azabache.

-¿has visto como tengo el cabello? No pienso arruinar el cabello de Wendy como el mío- agrego nervioso el rubio señalando su cabellera.

-¿sabes cortar el cabello?- pregunto curiosa Heidi.

-claro que no

-pero te lo cortas solo desde secundaria- agrego la rubia de mirada insistente.

-no puede ser peor que lo que yo hice- bromeo Wendy avergonzada –me gustaría que lo intentaras, aun si queda mal no importa, el cabello crece.

-deberías ir con un profesional mejor, yo no se hacerlo, solo me lo corto cuando lo siento muy largo y ni siquiera lo hago pensando en como hacerlo, solo lo corto y ya.

GOLDEN [Creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora