—¿Escuchaste qué ese niñato se volvió ahora un boxeador?.— comenta una chica quién tenía su mirada pegada a la noticia que veía en su celular.
Un rumor se hacía cada vez más grande en la escuela dónde estudió uno de los chicos más problemáticos que tuvo el lugar educativo, Sano Manjiro quién era más conocido cómo el invencible Mikey, había dejado la vida de Tokyo años atrás y fue cómo si se lo hubiera comido la tierra o incluso habían rumores de que había muerto en una de sus tantas peleas en las que estuvo involucrado. Pero lo sorprendente se vió venir un verano cuando noticias corrieron de un rubio boxeador que estaba arrasando en cuanto a enfrentamientos y popularidad, y por su puesto, los que llegaron a conocerlo no tardaron en conocer de aquella extraña novedad.
—Ah, ese chico está en boca de todos ahora sólo porque es un boxeador, nada que sorprenda.— Responde su compañero quién se sentaba a su lado.
—¡No sabes nada!, ese tipo va a ser una leyenda pronto, lleva invicto desde que se unió al boxeo, ¿lo puedes creer?.— Se entromete un estudiante quién se encontraba escuchando la conversación.
—Por algo le pusieron el invencible Mikey, derribaba a todos de un golpe.— Comenta la chica la cual ahora jugaba en su celular.
Desde que Sano Manjiro derrotó a su oponente hace una semana en la gran semifinal del torneo, un hombre bastante conocido y respetado por sus habilidades de pelea, con el nombre de Hanma, este comenzó a ganar bastante popularidad que llegó a oídos de muchos hambrientos periodistas.
Y realmente se había ganado el apodo de invencible Mikey, era extraño pero era un chico que podía ser increíblemente tranquilo que no permitía que perturbaran su circulo de paz, ni a nadie que fuera cercano a él, especialmente un lindo rubio de ojos azules, Hanagaki Takemichi.
Un joven llorón y obstinado pero valiente y amable quién conoció en sus entrenamientos semanales, este era el hijo del dueño del local donde entrenaba, por lo tanto casi siempre estaba ahí con una deslumbrante sonrisa para apoyar a los demás.
Le parecía patético el cómo era un chico tan debil pero no mentalmente, este podía caer miles de veces y se volvía a levantar miles de veces. era cómo libro abierto, podías saber con facilidad si estaba enojado o melancólico, siempre se preocupaba más por los demás qué por él, y nunca dejaba atrás a nadie a pesar de todo.
Manjiro sin darse cuenta dejó de encontrarlo insoportable, cada vez que el rubio llegaba al lugar su corazón no podía evitar alegrarse, pero ciertamente era un sentimiento que intentaba de ocultar.
—¿Mikey me estás escuchando?. — reprochó el ojiazul cruzando los brazos.
Por un momento Manjiro se había perdido en sus pensamientos mientras el rubio le hablaba.
—Ah, sí... ir a la casa de tu abuela. —
—¡fería!, f-e-r-í-a, ¿cúando dije abuela?, ¡ni siquiera tiene parecido tonto!. — Contesta molesto por el desínterés del contrario.
—Lo siento, la verdad es que estaba distraído. — intenta disculparse el mayor.
Hanagaki podía ver que Manjiro estaba pensando profundamente en algo desde que llegó a entrenar, incluso, no pudo concentrarse bien mientras practicaba con Kazutora en el ring, quién lo encontraba bastante extraño.
Quizás era realmente personal para estar así, por lo que prefirió no molestarlo con ello y dejarlo pasar suspirando.
—Está bien... ¿pero irás conmigo a la fería verdad?. — sinceramente quería estar más tiempo con Mikey, y la fería era una buena forma de lograrlo.
—Claro, ¿por qué no?. — responde este con una corta sonrisa. puede que no se vea muy emocionado pero este era medio cerrado con sus emociones y Takemichi lo sabía perfectamente por lo que sólo escucharlo decir que sí lo mantenía feliz.
—¡Gracias!—su sonrisa no podía ser más brillante y encantadora al saber su respuesta, no podía ocultarlo, estaba muy emocionado.
Luego de una pequeña charla, el rubio tuvo que despedirse recordándole a Manjiro la hora y el lugar dónde esperarlo.
Manjiro se encontraba desorientado, ¿era realmente una cita?, ¿su primera cita?, se encontraba algo nervioso y la verdadera razón era porque aquel llorón con sonrisa encantadora le gustaba demasiado, tanto que podía perderse en sus pensamientos pensando en él o cómo debería de confesarce, tenía la cabeza vuelta un lío de emociones que no creyó sentir nunca.
Le preguntó a su amigo más cercano Draken que se sentía estar enamorado, ya que este salía con su familiar Emma, y este algo avergonzado le respondió lo mismo que siente cuando está Takemichi, vaya que lo encontraba aterrador el estar enamorado.
"Sólo tienes que ser tú mismo, cliché pero es realmente lo seguro." recordó las palabras de su hermano Mayor Shinichiro.
Quizás el tenía razón y no tenía el porqué comerse tanto la cabeza... pero era difícil el no hacerlo cuando no podía concentrarse en algo más que eso y su próxima pelea era en dos semanas.
Increíble cómo alguien puede ser completamente diferente fuera y dentro del ring, para él era fácil dejar KO a sus contrincantes pero veía el confesar sus sentimientos cómo una misión imposible, pero estaba dispuesto a hacerlo.
Manjiro suspiró y se levanta del asiento para comenzar a praticar, tenía una persona a la que derrotar y no podía fallar en el entrenamiento.
¿Es tan fácil cómo entrar al ring y pelear verdad...?