ONE SHOT

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Fleur tenía un pasatiempo que muy pocas personas sabían.

Había un cierto centro comercial muggle que le fascinaba recorrer, donde la última moda de las pasarelas llegaba con anticipación, y ella era una persona que se jactaba de estar al tanto de lo último y lo mejor.

Empujó sus lentes de sol sobre el puente de su nariz, se ajustó ligeramente el saco sobre los hombros y echó su cabello hacia atrás, sonriendo glamorosamente mientras taconeaba a través del inmenso lugar, mirando con fascinación las amplias vidrieras con sus maniquíes vestidos con elegantes ropas, y los amplios y brillantes carteles que coronaban cada uno de los negocios.

Se sentía en su gloria, en una íntima gloria ociosa y banal, que le servía para despejarse de su pesado trabajo en Gringotts y sus complicados problemas de corazón a los que no parecía encontrar solución, no importa cuánto lo hubiera intentado. Lo cierto es que gracias a ésto último había caído más de lo normal aquel pasatiempo banal, buscando olvidarse de ciertos inteligentes ojos cafés, mirando el reflejo que le devolvía el espejo cuando se probaba algún caro vestido, comprando hasta casi reventar su tarjeta de crédito muggle.

Con una sonrisa se acercó a la vidriera de Van Cleef & Arpels, observando maravillada el escaparate donde se presentaba la hermosa joyería, apreciando la variada pedrería incrustada y los elegantes diseños. Esa tarde, se sentía con la caprichosa necesidad de conseguir algún brazalete nuevo que hiciera juego con el vestido que había comprado hacia unas semanas y estaba segura le sentaría de las mil maravillas.

Si tan sólo tuviera alguna oportunidad para usarlo... pero cierta persona tenía demasiado trabajo como para acceder a alguna cena, y sólo se habían visto en sus rápidos almuerzos en medio de la apretada agenda laboral. Fleur suspiró, pensando que si todos sus anteriores intentos por seducirla no habían servido, ni los más profundos, emocionales o intelectuales, poco podría hacer un estúpido vestido. Sin embargo, lo que sus ojos veían era tan tentador, que debió empujar la puerta de vidrio y ceder a su caprichoso despecho.

Caminó dentro del elegante lugar, revoloteando la mirada hacia las estanterías llenas y finalmente sus ojos se estacionaron inevitablemente en dos personas que le daban la espalda.

-No lo sé, no estoy segura de que este sea el indicado, quiero algo que combine con...

-¿Con sus ojos?

-¡No, Harry! No seas idiota, como si hubiera algo que pudiera competir con sus ojos...

-No dije competir, dije combinar...

-No entiendes nada. Ella dijo que estaba esperando una ocasión especial y necesitaba algo...

-Hermione... estás completamente...

-Me gustaría saber cuál es tu excusa, chérie, para estar aquí sin haberme invitado, sabiendo lo mucho que me gusta este lugar...- interrumpió con un aire juguetón Fleur, porque ya no podía quedarse callada detrás de ambos, y algo la hizo interrumpir a Harry, quizás porque no se atrevía a oír lo que pudiera llegar a decir.

Ambos amigos se sobresaltaron, girándose para mirarla con los ojos muy abiertos. Sin embargo, mientras que el rostro de Hermione palideció completamente, Harry esbozó rápidamente una de sus sonrisas tranquilas.

-¡Fleur! ¡Qué sorpresa encontrarte aquí!- dijo alegremente el muchacho, adelantándose para abrazar a la rubia, que le devolvió el abrazo con una sonrisa.

Un regalo sorpresa para un amor secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora