Como todos los domingos al mediodía una gran familia se juntaba al aire libre para realizar un asado, hablar y chismorrear sobre temas que pasaron en su semana, reír y quizás discutir para luego volver a reír. Los adultos se encargaban del almuerzo, los ancianos solo reposaban mientras charlaban de cómo era la vida antes de que la tecnología avanzará, los adolescentes se la pasaban hablando entre ellos yendo a explorar a otras partes, mientras que los niños simplemente estaban en su mundo, Tomas y algunos de sus primos correteaban felizmente por una cancha de futbol que estaba cerca de ese lugar, habrían corrido fácilmente una media hora y sin descanso, ellos seguían en su burbuja, hasta que una tía regordeta y caminando con un aura de autoridad vino solo para invitarlos a descansar por unos momentos así los otros pequeños también podrían corretear libremente, con fastidio los niños obedecieron a la supuesta invitación que iba más como una orden, entre reproche y reproche caminaron sin darse cuenta hacía un árbol que producía una sombra refrescante y fascinante, ese sería su lugar de descanso.
En ese momento de reposo uno de los pequeños dijo un chiste, que quizás a un mayor no le daría risa, pero entre ellos si se reían, lo hacían a carcajadas, al parar de reír a otro se le dio por contar otra cosa graciosa, y así pasaban ese rato, reían, reían y reían, estaban rojos de la risa, más Tomas, el en todo momento no paraba de reír, él no estaba rojo como todos sus primos, el por poco ya estaba morado, pero nadie se daba cuenta, ni él mismo lo hacía.
Habrían pasado unos cuarenta y cinco minutos, ellos se las ingeniaron y para no aburrirse decidieron perseguirse entre ellos en una especie de ladrón y policía, tiraban alguna que otra carcajada, se decían cosas infantiles y eso hacía que se rieran más, Tomás desde el descanso que habían tomado no paraba de reír, sus primos lo veían como un payaso y les daba gracia, Tomás trataba de explicarles que ya no le daba gracia, no quería sentir las risas que soltaba, pero se le hacía imposible tratar de decirles cómo se sentía, intento irse de ahí para poder acercarse a su madre que quizá podría ayudarlo con el problema que manejaba, pero cuando dio el primer paso para irse uno de sus primos se acercó y por accidente su mano rozo la parte de su torso provocándole cosquillas al niño que solo podía soltar carcajadas que le dolían en el alma, esto incentivo al este pequeño a continuar con las cosquillas como si fueran un simple juego, y así se sumaron los demás chicos al acto, Tomas solo reía, a cada risa que daba solo tiraba un par de lágrimas deseando que todo ese suceso acabase de una vez, intento detenerlos, pero ellos solo tomaban ese momento como juego, el corazón del pequeño latía cada vez más fuerte, sus pulmones se contraían mucho más que antes a intentar buscar oxígeno, sus rostro estaba teñido de un color morado como si de moretones se tratara, lo peor era que solo reía, no paraba, hasta que de un momento las risas se detuvieron al escuchar que alguien los llamaba para ir a comer, cuando los niños detuvieron su pequeño juego, observaron que su primo no se levantaba del suelo, intentaron de todo pero no se movía, con terror y pánico agregando las lágrimas en el rostro de los niños, ellos fueron a avisarle a la mamá de Tomas, ella preocupada corrió hacia donde estaba su hijo y lo comprobó, estaba ahí, con los ojos cerrados, su respiración no circulaba, sus mejillas color morado y una pequeña sonrisa en su rostro, la mujer muy apenada y reteniendo el llanto miro a sus sobrinos, a lo que el mayor creyó que esperaba una respuesta de ellos, por lo que soltó, "Al menos murió feliz".