01. Maya

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¿Alguna vez han tenido un sueño húmedo?

Un sueño donde estas recostada sobre una cama, con la respiración agitada disfrutando de las feroces caricias de aquel chico ¿por el que dan cada maldito respiro? No solía tenerlos muy a menudo, pero, he de decir que por mis cambios hormonales y aquellas pastillas anticonceptivas que me encontraba tomando me habían puesto caliente. Era una perra caliente. Lamentablemente no era más que una virgen, que solo tomaba aquellas estúpidas bombas de hormonas por un problema de quistes.

Ni siquiera había dado mi primer beso.

Era nada más y nada menos que una mojigata con unos kilos de más y con acné, era una niña barrosa con la cara algo grasosa. Nada atractiva. Pero ¡venga! Mis sentimientos son más que puros, soy muy buena persona.

Soy divertida he de admitir.

Desde que conocí a Lucas Leiva no pude evitar imaginarme a nuestros hijos, no pude evitarlo, ese chico se robó mi aliento en cuanto lo vi pasar por los pasillos en la primera semana de clases en la universidad. Aquel chico con ascendencia española era el hombre que necesitaba en mi vida y el protagonista de todos mis sueños húmedos y no húmedos.

Sé que es un diez y yo un seis, pero, tengo la esperanza de que alguno de estos días me note y podamos estar juntos.

Intentaba evitar tener pensamientos calientes, pero me era imposible, no podía evitar imaginarme a Lucas encima de mi mientras me besaba ferozmente y sus manos viajaban por mi cuerpo, pero, incluso en mis sueños me sentía algo incómoda, no me gustaba el rollito que se formaba en mi estómago. Ese es un problema que tenemos más de la mitad de la población femenina mientras que el otro porcentaje que contaba con el abdomen estaba bendecido por Dios.

"Quiere tu cuerpo"

"Ámate tal y como eres"

"Eres hermosa así"

"Eres hermosa a tu manera"

Palabras que solían decirme mis amigas que eran lo opuesto a mí, además, que ellas tienen sus propios problemas de autoestima lo cual nos lleva a la lógica femenina; elogio algo de alguien más, aunque sea lo mismo que me tiene inconforme con mi cuerpo.

― ¡Baja a almorzar Maya! ―gritó mamá sobresaltándome.

Me sonrojé un poco al encontrar mi mano debajo de mi calzoncillo.

Demonios Lucas.

Fui directo al baño a lavarme las manos por obvias razones, me lavé la cara y bajé rápidamente al comedor, mamá era una persona muy estricta con la puntualidad en cualquier aspecto, era una persona muy disciplinada que en ocasiones quería cubrirle la boca con cinta para que se quedase callada mínimo, cinco minutos.

Le sonreí a papá quien estaba sentado en su lugar habitual viendo el celular con sumo interés, pero con un volumen muy bajo, al verme me devolvió la sonrisa, pero, no pudo evitar hacer una mueca al verme en pijama y sabía claramente que no era por él sino por mamá.

En cuanto pensé en ella salió de la cocina con una charola con pancakes que seguramente eran de harina de grillo o alguna harina de dieta, tenía frutas cortadas a su alrededor haciendo lucir muy bonito el desayuno, como un desayuno de los que suben a Instagram. Papá dejó inmediatamente su celular para tomar la charola y posicionarla sobre la mesa con mamá aún lado viendo que no se moviera absolutamente nada, sin siquiera verme se volvió a dirigir a la cocina.

― ¿Necesitas que te ayude a poner la mesa? ―pregunté y ella emitió un sonido afirmativo por lo que papá soltó un suspiro.

―La pijama Maya, la pijama ― dijo en voz baja. ―Ve a cambiarte, yo la ayudaré...

El sabor del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora