Enamorarme, Mi Profesión

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Eric, exactamente, ese soy yo. Un Joven de 23 años de edad, de pelo rubio, ojos verdes con un toque oscuro y metro setenta de altura. Un chico común y corriente, pero con una cualidad que quizás no conocías. Me enamoro fácilmente de cualquier persona a la que conozca un poco.

​Hoy me he levantado temprano. Son las seis y cuarto de la mañana, y la verdad me hubiese gustado levantarme a las seis en punto, tengo que coger el metro para llegar a mi destino a tiempo porque tengo una entrevista en el hotel más importante del país, el llamado Amore Cibo. Es un hotel, por lo que tiene habitaciones con sus respectivas comodidades... Pero, por lo que la gente elige este hospedaje es por su comida. Sí, exactamente, por la comida, esto ha sido construido por un famoso cocinero italiano conocido en el mundo entero. Éste ha triunfado principalmente por redes sociales, donde compartía publicaciones de las comidas que éste mismo preparaba para su propio restaurante. Además, también compartía las recetas y, aunque muchas personas las intentaban recrear, nadie lograba hacerlas igual. Miles de críticos se acercaban a probar sus comidas y compartir su experiencia en sus blogs, periódicos e, incluso, propias redes sociales. Todos coincidían en lo mismo, "Llegamos con unas expectativas bastante altas y, aún así, salimos impresionados".

​Yo, que soy cocinero, me imagino la felicidad que le debe dar a este empresario y chef cada vez que lee estas reseñas. Yo no sueño con tener mi propio restaurante, que no digo que, a lo mejor, en un futuro, me entran ganas de tener uno propio. Pero con lo que si sueño, es con ser bastante conocido por mis diseños de los platos, por como cocino, por el sabor... y no solo en el mundo hostelero, sino en todo el mundo. Que vengan de distintas partes de la tierra para acercarse a donde esté yo trabajando para probar mis platos. No sé, me lo imagino y me pongo contento, se me dibuja una sonrisa en la cara.

​Siete de la mañana, ya listo, saliendo por la puerta y bajando por el ascensor; llego a la última planta y ahí es cuando me doy cuenta que no he cogido mi cartera. Me doy la vuelta para volver a entrar al elevador, ¡qué mala suerte, lo han llamado!, efectivamente, se había ido. Tenía prisa, por lo que decido subir por las escaleras. Voy por el tercer piso cuando sin darme cuenta, me tropiezo con una chica, ella también iba con prisa y, por eso, nos hemos estampado.

​– Oh, perdón, no te vi. ¿Estás bien?, ¿Te hice daño? - Le comentaba.

​– Si, no te preocupes, estoy bien; no fue nada.

​Sigo subiendo hasta llegar a mi piso. Abro la puerta, cojo la cartera y vuelvo a bajar por las escaleras para no perder tiempo.

​Llego al tercer piso; ella sigue ahí, está buscando algo por el suelo, me acerco y le pregunto si quiere que le ayude.

​– Perdona, ¿te ayudo a buscar?

​– Vale, si, por favor. Estoy buscando un pendiente plateado. Es un poco pequeño – me respondió sin apartar la mirada del suelo.

​Me agacho y empiezo a buscar por todas las esquinas. No hay éxito en la búsqueda. "Quizás ha seguido rodando y ha caído a otra planta" Me comentaba la chica a la vez que apartaba su vista del suelo para dirigirlas hacia mí.

​Sudores fríos, no puedo moverme, no me salen las palabras... "¡Qué guapa es!" es lo que pienso al verla.

​– ¡¡Oye!! ¿Bajas conmigo a seguir buscándolo? – Me vuelve a preguntar tras no responder.

​– Eh, Ah. Si, si, ya bajo y seguimos buscando.

​Empecé a bajar las escaleras mientras no paraba de pensar en su cara. Creo que me he vuelto a enamorar. Por no estar atento a donde estaba pisando, me tropecé con uno de los escalones (Qué vergüenza más grande. Espero que no me haya visto). Por suerte ella estaba buscando su pendiente y en ningún momento había desviado su mirada para nada. Parece que es bastante importante para ella. Entonces, sin más dilación, ni distracciones, me pongo a buscar.

​Pasado un tiempo, entre nervios por encontrarlo, escucho un grito:

​– ¡Aquí está! ¡Lo encontré! – Grita con euforia.

​– Perfecto, que ilusión que lo hayas encontrado.

​Me acabo de acordar de la entrevista. Miro mi reloj y... La tristeza se empezó a apoderar de mí, seguidamente, se empezó a borrar la sonrisa de mi rostro y se dibujó alguna que otra lágrima. Sí, como podrás imaginar, se me ha pasado la hora y he perdido mi entrevista más importante. No aguanté y me puse a llorar.

​La chica se me acerca, me toca el hombro y, preocupada, me pregunta:

​– ¿Qué te pasa?, es verdad que no nos conocemos, pero te aseguro que puedes confiar en mí. Si te quieres desahogar, estoy aquí. Tú me ayudaste a encontrar mi pendiente. Déjame ayudarte ahora yo a ti. Por cierto, me llamo Stella.

​– Hola Stella. Tenía una entrevista de trabajo, era bastante importante para mí; tuve varios problemas y, finalmente, no he podido llegar a tiempo y he perdido el metro.

​– Oh, lo siento. Es por mi culpa, te he echo perder el tiempo y no has llegado. Discúlpame. Lo siento. Si quieres, para compensarte, te invito esta noche a cenar.

​– No, no te eches la culpa a ti y no hace falta que me invites esta noche. Por cierto, yo me llamo Eric.

​– Encantada, Eric. Por favor, me siento mal, acepta esta cena. Esto hará que me sienta mejor.

​– Vale, si insistes... Acepto. ¿Cómo hacemos? ¿Quedamos aquí en a noche?

​– Si, perfecto. Nos vemos a las ocho en la planta cero.


​Me despido de Stella y llamo al ascensor. Aún recuerdo que he perdido una importantísima entrevista, pero siempre tengo en mente de que si algo no pasa es que no estaba hecha para mí. Me seco las lágrimas que estaban por mis mejillas y ya en mi piso, abro mi puerta y me pillo algo para desayunar. Saco de los muebles dos rebanas de pan y, de la nevera, unas lonchas de queso para hacerme un emparedado. Sentado en el salón viendo la tele mientras me como esta comida.


​Suena el teléfono, me levanto a cogerlo, ya que se encontraba en la cocina. Es mi madre, lo cojo y lo primero que me pregunta es "¿Hola, mi niño, ¿qué tal te fue la entrevista?". Le comenté que había perdido el metro. Ella, al igual que yo, se puso triste y me preguntó el motivo por el que lo perdí. Le conté todo lo que me pasó y opinó lo mismo que yo: Todo pasa por algo, este no fue, quizás, el momento y, ¿quién sabe?, a lo mejor en otro momento surge otra entrevista.

​Ya he colgado el teléfono. Me pongo a ver un poco la tele para pasar el rato. Estoy viendo una serie de humor. Acaba de pasar lo que me pasa siempre. Ha aparecido una chica en la tele y me he vuelto a enamorar. Me pasa cada dos por tres. Me enamoro muy fácilmente y no puedo hacer nada al respecto.

​Por cierto, siempre que me enamoro de alguien, le pido a Cupido que me fleche con esa persona. No entiendo por qué nunca me ha flechado con nadie.

​Pero esta vez, aquí, donde me estás viendo, estoy pidiéndole a Cupido que me fleche sí o sí con Stella, sé que esta es mi pareja, es súper guapa y súper buena.

Error Por Cupido (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora