30 Días.

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<3

El diagnóstico estaba ahí frente a ellas, era la etapa final, etapa cuatro.

El cáncer se habia propagado más allá de su estómago, en sus otros órganos y las posibilidades de sobrevivir a eso eran casi nulas.

—¿Cuanto tiempo?— Preguntó al doctor que ahora mantenía una falsa sonrisa de esperanza, él estaba tan tenso como las mujeres frente a el. —Necesito saberlo, por favor.

—Sabes que esto ya no depende de tiempo, solo... pasará.

—¿Cuanto?— Ella comenzaba a impacientarse.

—Un mes, como máximo. Lo lamento.

Día 1.

Salieron de la mano de aquella clínica que hacía seis meses comenzaron a frecuentar.

Todo comenzó como un frecuente dolor de estómago nada más, un par de pastillas, una receta que vio en internet y todo estaría bien.

Pero el dolor continuo por casi un mes y cuando se vio obligada, fue a médico.

Todo va a estar bien ¿De acuerdo? Debe ser que no me he alimentado bien estos días, sabes cuán ocupada me ha tenido el estudio, amor.— Susurró en busca de mostrarle calma a la contraria, una calma que en ese instante ella no tenía. Las enfermeras iban y venían por pruebas y más pruebas médicas en busca de un resultado.

¿Cáncer?— Recordaba cuán aterrada se sintió apenas la palabra salió de los finos labios del doctor.

Está en etapa dos, con quimioterapia y una constancia, las posibilidades de vivir son altas, Macarena. No debes rendirte.—

Pero todo había sido en vano, y ahora lo sabía.

—¿Quieres ir a casa, mi amor?— A pesar de que Rubí siempre intentaba mantenerse fuerte, se sentía sofocada, aunque no lo mostrase frente a ella. Sentia como su corazón caía a pedazos pero simplemente prefería ocultarlo.

—Es viernes, amor.— Y Rubí lo sabía, lo había recordado como cada semana desde que vivían juntas. —Es viernes de pizza.

—No quiero comerla si no es contigo y lo sabes...— Una vez en el auto, simplemente se mantuvieron en silencio observando un par de autos pasar por el estacionamiento.
—Podemos ir a casa y yo te preparo una sopa, ¿Te parece? mi mommy tiene recetas súper ricas.

—Sé que no puedo comerlas hasta dentro de un par de días, pero tu si, y si logro verte a ti disfrutar una deliciosa pizza como esas que comprábamos cuando salíamos de el cine a medianoche cuando recién comenzamos a salir ¿Te acuerdas?— Inevitablemente Rubí sonrió, por supuesto que lo recordaba.

Habían pasado cinco años, pero el recuerdo en su mente se sentía fresco, como si ayer hubiesen sido las colegialas -casi universitarias- que se escapaban de él colegio para pololear por alguna plaza.

—¿Estas segura?

—Claro, ya te estas perdiendo demasiadas cosas buenas estando con una enferma como para que te arrebate la pizza ¿No?— Maca sonrió a duras penas, en cambio Rubí solo suspiró.

—Macarena—Reprendió Rubí. Bien. La rizada sabia que esa había sido una broma de mal gusto y que probablemente su polola se enojó por eso.

— Estoy bromeando, mi amor, solo quiero que disfrutes una pizza en nuestros viernes de pizza ¿Puedes?— Cuando a los escasos veinte años habían acordado mudarse juntas, declararon una única y universal regla.

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