Tras pasar cuatro horas sin poder pegar ojo decidí inspeccionar por la casa. No había nadie despierto dado que las luces estaban apagadas. Pasando por la habitación de mis padres supuse que estaban durmiendo por su forma de respirar. Se trata de una cualidad extraña, lo sé, pero aquellos que tenemos padres sobreprotectores lo entendemos.
Mi madre era una persona astuta y supe que si escondía algo no sería en su despacho como solían hacer en las películas americanas. Sino que debería ser en uno menos sospechoso...se me ocurrió empezar por el salón. Quizás se tratase de algo que estuviera delante de mis ojos y nunca me hubiera percatado de ello antes.
Usé la linterna del móvil para rebuscar minuciosamente por la estantería, repleta de libros sobre enfermería, herbología y algunos de astronomía que tanto le gustaba a mi padre. Nada. O al menos, no encontré nada que me llamara la atención. Exhausta fui a por un vaso de agua a la cocina, me senté pensativa planteándome otros sitios por dónde buscar y suspiré.
Mi casa no era muy grande, de hecho, era bastante pequeña. Se trataba de una pequeña cabaña de madera que se situaba cerca de las tiendas donde trabajaban mis padres como voluntarios. Teníamos una pequeña sala de estar conectada al salón y a la cocina, ni siquiera teníamos un segundo piso. Sin embargo, a pesar de su tamaño guardábamos muchas cosas y por lo que se veía, también secretos.
Dejé el vaso en la pila. Cuando me giré vi a papá sentado frente a mí. Si no hubiera mantenido la calma me habría dado un susto de muerte.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté con el corazón encogido.
—Eso quiero saber yo, Elvira —se cruzó de brazos dejando su móvil a un lado —¿qué buscas?
Tragué saliva —me acordé dónde estaba mi...
—Sé que nos has estado escuchando, no hace falta que mientas —el tono de su voz era inusualmente seria. Con eso me confirmaba que lo que escondían se trataba de un asunto importante. Necesitaba saber más, ¿cómo se lo sonsacaría?
—¿Qué me estáis ocultando? —le solté sin rodeos. Era poco probable que me desvelase a la primera, pero tenía que intentarlo.
—No me toca a mí tener esta charla contigo.
—Si no me vas a decir nada, se lo tendré que preguntar a mamá entonces —me acerqué a él molesta por su silencio.
—Toma —me tendió un papel doblado cuatro veces. Al abrirlo vi la foto de un hombre. Pelo negro un poco largo le llegaba hasta las orejas, una sonrisa con una pequeña verruga en el lado izquierdo y unos ojos azul claro como los míos. Brillaban frente al objetivo de la cámara como si la persona que hiciera la foto se tratase del amor de su vida. Un jersey azul oscuro y cuello vuelto se ceñía sobre su figura como un guante. Por su expresión parecía que le habían hecho la foto desprevenido, pero no asustado sino feliz.
—¿Quién es...?
—Si tanto afán tienes por saber la verdad deberás descubrirlo por ti misma, pero —hizo una pausa apartó la foto antes de tendérmela —hazme una promesa.
Le miré sin poder articular palabra.
—Prométeme que pase lo que pase seguirás queriéndonos.
—Papá, no creo que —me interrumpió antes de acabar la frase.
—Prométemelo — me buscó con la mirada.
Me hice con la foto dándole un abrazo —pase lo que pase nunca dejaré de quereros, papá.
—Gracias —me distancié de él con un leve temor recorriéndome por el cuerpo.
—Y una cosa más —me llamó la atención antes de que me dirigiera a mi cuarto —que sepas que te la he dado para que no hagas más preguntas. Ni se te ocurra nombrarle esto a tu madre, ¿entendido?
Miré una vez más la foto antes de asentir aparentando seguridad.
Fuera quién fuera ese hombre supe en ese instante que conocerle cambiaría mi vida por completo.
ESTÁS LEYENDO
M:I: Legado de Hunt
ActionElvira Hunt, hija de Ethan y Julia Hunt descubrí el paradero de mi padre apesar de que mi madre me mantuviera oculta en Nueva Zelanda, Chachemira. Decidida a encontrar a mi padre, Benji uno de sus mejores amigos contactó conmigo para advertirme de...