Primera Parte

1.2K 112 316
                                    

Primer día - 08:56 A. M.

Bien, mi trabajo no era sencillo, de hecho, era una mierda desde cualquier perspectiva que lo pusieras, pero la paga era buena y a mí me gustaba mucho hablar con las personas y animarlas, sentía que había nacido para ello.

Para que entiendan un poco de lo que les hablo, les explico que soy ayudante —de categoría, no por presumir pero sí cabe destacarlo, obvio— en el Club de los Corazones Rotos, y no, no somos ninguna organización cristiana o algo parecido, de hecho, estamos muy lejos de serlo, porque el Club trata de ayudar a personas de la comunidad homosexual que habían caído en depresión, habían tenido problemas con las drogas, alcohol o cigarrillos, también aquellos que han tenido intentos de suicidios. Yo en lo personal, me encargaba de estos últimos. Todos los días llevaban a una persona diferente que habían tenido alguno de esos casos y aquel lunes me había tocado a mí.

Llegué corriendo a la oficina principal, la cual se ubicaba en el ala oeste de una clínica privada en el centro de Seúl. Tenía ya dos semanas sin algún paciente y ya moría por trabajar, aunque no miento, también lo odiaba porque muchas veces lo que sea que le haya ocurrido a esas personas, solía también atormentarme, y como alguien abiertamente gay que soy, a veces me pongo a pensar cómo hubiera sido no haber tenido tanta suerte, en qué hubiera ocurrido conmigo si mis padres no lo hubieran aceptado o me hubiera encontrado solo, humillado y sin nadie quien me escuchara solo por mis gustos. En serio era deprimente, aún así, trataba de dar lo mejor de mí y ayudarlos a superar el problema.

En el Club teníamos la ley de trabajar solo una semana con un paciente, si él no daba indicios de mejorar, era asignado a un grupo de apoyo que ofrecía el hospital hasta tratar de animarlos, cosa que no ocurría con frecuencia, más de una vez me topé con la triste realidad de que los que no se curaban, terminaban peor que la última vez, dos de mis pacientes habían terminado con su vida, de hecho.

Duro, sí, pero si lo tomaba como algo personal, terminaría como ellos, y necesitaba el trabajo. Desde que me había mudado a la capital casi un año atrás para estudiar psicología y la ciencia de las emociones, no había logrado encontrar algo tan estable como esto, y aún cuando ya haya dicho que era una mierda, me gustaba.

Ayudar a otros era para lo que había nacido, ni más ni menos.

Aunque, aquel día en particular, por primera vez no lo pensé de ese modo.

Primer día - 09:01 A. M.

Abrí la puerta de la oficina principal sin tocar antes. Rosé, la secretaria se sobresaltó un poco pero los segundos su expresión pasó de mostrar sorpresa a verse fastidiada. No le dije nada al respecto y me acerqué a la pequeña nevera a tomar una botella de agua de la que bebí rápidamente deseando calmar aquel infierno que quemaba mi garganta.

—Llegas tarde, Yeonjunie —me reprochó y continuó arreglando los papeles que había dejado a medias antes de que yo entrara.

La miré con los ojos entrecerrados y tomé una larga bocanada de aire tratando de regular mi respiración.

—Me llamaste hace veinte minutos —me quejé, una sonrisa maligna se dibujó en sus labios pero seguía sin prestarme atención—. Te recuerdo que vivo a la otra punta de Seúl, no vuelvas a hacer eso.

—Lo siento mucho, cariño, pero yo solo cumplo con mi trabajo —explicó como siempre había hecho, pero la verdad, aún cuando rodé los ojos, ella y yo nos llevábamos muy bien, solo que nuestro trato era... particular, por decirlo de algún modo, porque parecía que no nos soportáramos—. Además, el chico accedió a dejarse ver por ti hoy en la madrugada, no leí el mensaje porque eran las jodidas 3 A. M., y mi hermoso cutis no se mantiene con trasnocho debido a los pacientes, tengo un horario, ¿sí?

El Club de los Corazones Rotos || CSB&CYJ Two Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora