el rincón

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Levantarme por el sonido de una llamada de mi padre y que este esté enfurecido, no eran buenas formas de comenzar mi mañana. Por eso, entre sus gritos y mi sueño, no me costó descubrir que todo lo que pasaría aquel día no iba a ser grato y que la mala suerte se me iba a pegar como moco. 

Así que ahí me encontraba, sentado en el rincón-escondite que tiene esta escuela de chetos, que usualmente se usaba para venir con una minita a pasarla bien, pero yo, que soy más virgen que no sé, esa idea estaba bastante alejada de mi realidad. Suena un poco triste decir que estaba escondido acá porque no me atrevía a enfrentar el mundo. Al menos no hoy. Quería dejar de ser Pablo Bustamante, el hijo del intendente y pasar a ser alguien del montón.

No se cuanto tiempo habré estado sentado, envolviendo mis rodillas con mis brazos, tarareando alguna canción aun no inventada, cuando la puertita fue abierta fuertemente y una reconocida chica de cabello rojo rezongaba por lo bajo maldiciendo a quien sabe quien.

—Siempre lo mismo con este chabón, ¿por qué no se mete las amonestaciones bien en el centro del... —no llegó a terminar la oración porque al alzar la cabeza me encontró a mí con cara de perrito mojado. —¡Pablito! ¿qué haces acá? —preguntó con envidiable ánimo. Siempre me dio envidia su personalidad, no porque no me guste, sino porque no le importa absolutamente nada y es algo que me gustaría tener yo, pero soy todo lo contrario.

Imagino que se habrá dado cuenta de todo con sólo verme la cara porque enseguida se irguió en su lugar sentándose sobre sus rodillas y me prestó mas atención, esperando a que tome la palabra. 

—Nada interesante, solo venía a pasar el rato —respondí vagamente mirando hacia otro lado. Es que sus mirada intensa me ponía incomodo, sentía que con solo verme descubriría todos mis sentimientos.

—Ya veo... porque uno viene a pasar el rato a este lugar de mierda solo y se queda mirando a la nada como un pobre infeliz. Seamos honestos Pablo, algo te pasa, pero está bien si no me querés contar, tampoco te voy a obligar. —dijo, y cuando pensé que se iba a ir, cambió su posición y se sentó en forma de indio al lado mío.

—Por lo que veo vos también viniste sola a este lugar de mierda —repetí sus palabras.—¿Qué te pasó?

La pelirroja me miró ligeramente sonriendo y negó con la cabeza, hasta que se acordó de lo que le pasó y cambió la cara drásticamente. 

—¡El pelotudo de Hittler pasa! —exclamó casi en un grito que me hizo saltar en mi lugar. —Me vio entrando al cuarto de Manuel y comenzó su charla sobre que no tengo que ir a esos lugares y bla bla bla —rodó los ojos. Su relato me causó gracia así que no pude evitar soltar una pequeña risa. —¿De qué te reís, boludo? ¿De mi desgracia? —se tocó el pecho fingiendo estar ofendida y terminó riéndose también. —Ahora tengo como cincuenta amonestaciones y no se qué de que va a llamar a mi vieja, pero bueno... —dejó la frase en el aire y suspiró.

—Tenemos algo en común al parecer —dije, estiré las piernas e imité su gesto desganado.

—¿Qué cosa? ¿Dunoff también te agarró a vos?

Negué con la cabeza.—No, no... algo mucho peor —declaré, y le dirigí la mirada por un segundo para después posarla nuevamente al frente. —Mi viejo.

Sentía su mirada pesada sobre mi perfil, escuchándome atentamente. Me sorprendía estar conversando de estos temas con ella, generalmente no intercambiábamos muchas palabras a lo largo del día y mucho menos con esta cercanía. Por eso, verme a mi mismo a punto de confesarle mis problemas, me intimidó un poco.

—¿Qué pasó con él? ¿Se pelearon? —su pregunta me hizo sonreír amargamente.

—Algo así... digamos que le llegó un video mío tocando la guitarra y bueno, me llamó hace un rato gritando y diciendo que deje de tocar, que me ponga a estudiar que al final yo voy a terminar en la política como él y todos mis hermanos. —confesé. Al terminar de hablar sentí como mi cuerpo se liberaba de tanta tensión que ni yo sabía que contenía. 

Me volví hacia Marizza y la encontré mirando al frente analizando mis palabras. En esos segundos visualicé detalladamente su rostro, sus ojos con destellos de injusticia, sus cortas pestañas, sus pómulos, su nariz filosa y su boca... esa boca que soltaba tantas barbaridades, tantas verdades, sin miedo a lo que se pueda enfrentar.

—Los padres son todo un tema. Un tema muy de mierda. Un tema que yo no escucharía. Sino mirala a mi mamá, pretendiendo que sea una "señorita" —comenzó haciendo comillas con los dedos. —que me vista de tal manera más femenina, que me quede callada, que no escuche tal música... que sea más como ella. —continuó y posó sus ojos en los míos.—Qué cosa tienen los viejos con vivir a través de sus hijos, eh. Es impresionante. —terminó, con tono indignado y cruzándose de brazos.

—Tal cual —fue lo único que pude decir. Si sus palabras estuvieran publicadas en Twitter las retwitearia, las favearía y las fijaría en mi perfil. —No paran de hacernos la vida imposible. —añadí. 

—Mal... —soltó dejando un silencio hasta que se giró estrepitosamente hacia mi. —Pará boludo, ¿y sabes quien le mandó el video? Porque te juro que voy y el que sea que sea lo agarro de las mechas y lo arrastro por todo el patio hasta colgarlo en la punta del mástil. —murmuró mientras hacía tronar sus dedos con una furia que me causó ternura. Aunque por sus palabras, mucha ternura no le iba a causar al culpable.

—Na, ni idea, ni me gasto en averiguarlo —solté rendido.

—¿Por qué? Tenes que saber, así le damos una merecida lección por causarte problemas.

—Que se yo, el daño ya está hecho. —ante mis palabras, Marizza puso los ojos en blanco y luego pasó su brazo por mis hombros.

—Buenos vos tranquilo Pablito que yo lo voy a averiguar y le voy a patear el orto hasta que no se pueda sentar del dolor— espetó haciendo un puño con su mano... ya me empezaba a dar un poco de miedo. —Y como premio, me vas a tener que tocar alguna canción especial para mí —esta vez sus ojos pestañeaban continuamente y su boca formaba un puchero muy tierno al que no me pude resistir.

Por eso, asentí sonriendo y acepté su propuesta— Está bien.

Luego de esa charla sorprendentemente profunda, cambiamos de tema y nos pusimos a hablar de boludeces hasta que sonó el timbre y nos vimos obligados a entrar a clase.

Al final, sí terminé con una chica en ese sitio para enamorados. 

Lo que no sabía es que era tan literal.

Tampoco sabía que la propuesta de Marizza iba tan en serio. En menos de un día encontró al culpable y se encargó de hacerle todo lo que dijo anteriormente.

Así que aquí me encontraba yo, cantándole a una chica que me miraba sonriendo muy alegremente y que poco a poco se colaba dentro de mí, alterando mi sistema.

"Nena en dos segundos fue tuyo mi mundo"
















bueno je que ondaa, que les pareció el 1er relato? 

espero que les haya gustado, voten y todas esas cosas lol

si quieren que les dedique alguno comenten aquí

nos vemos<3

relatos cortos; pablizzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora