Capítulo 19. Plan de escape

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-     Marina - dijo Sara con voz apagada en la ventana de su amiga y tocando con la yema de los dedos con un sonido casi imperceptible.

-     ¡Sara! ¿Qué haces aquí a esta hora de la noche? - contestó Marina abriendo la ventana para permitir que entrara a la habitación - mis padres pueden molestarse si los despierto.

-     Pues yo lo que no entiendo es porque sigues viviendo con tus padres, con lo que ganamos en la empresa fácilmente podrías pagar la renta de un departamento, como lo hago yo.

-     Bueno no soy muy buena con la organización de una casa y además mamá cocina delicioso, me iré de aquí hasta que me corran - Marina suspiró sentándose en su cama mientras hacia un ademán a Sara para que hiciera lo mismo - supongo que no has venido aquí a esta hora a discutir sobre mis condiciones de residencia ¿verdad?

-     No Marina, vine a decirte algo importante y terrible. Aunque ya no estoy segura de ello, no quisiera involucrarte.

-     Vamos Sara, somos amigas y si no confías en mí, no sé en quién más lo harás.

El cuarto de Marina era de estilo tradicional y aunque tenía las características de un espacio de una mujer joven, era evidente el cambio que con los años había experimentado de habitación infantil a lugar de adolescente y ahora a una especie de refugio de juventud. Pero a pesar de eso daba una agradable sensación de confort familiar. Sara permaneció un momento callada disfrutando de la quietud, pero su cabeza no pudo evitar salir de ese ensueño pasajero y trasladarla hasta el laboratorio, donde pudo ver con claridad el rostro de Alexander.

-     Lo que hace la empresa es atroz - por fin dijo, después de transcurridos largos segundos de silencio - tienen a un chico sedado y es a él a quien le extraen todos los fluidos con los que hacemos nuestros experimentos día a día, dicen que es peligroso, pero yo no lo creo.

-     ¡Un chico! ¡Vaya! Llegué a pensar que podían ser extraterrestres o animales salvajes, pero nunca me imaginé que podía ser una persona.

-     Tenemos que sacarlo de ahí.

-     Tranquilicémonos y pensemos bien las cosas Sara, estoy de acuerdo que es inhumano lo que están o estamos haciendo - corrigió incómoda - y que eso no puede continuar, pero quizá deberíamos pensar en denunciarlo a las autoridades o alguna instancia médica que nos apoye.

-     El proyecto es ultra secreto, firmamos acuerdos estrictos de confidencialidad. Ahora sé que romperlos no sólo pone en riesgo nuestras carreras o nuestra libertad, también nuestras vidas Marina. Si hay una denuncia en este momento ¿A quién crees que van a culpar? ¡A la nueva, claro! La que acaban de incluir en el club de súper científicos maléficos.

Sara se tomó la cabeza con ambas manos, como en un intento de evitar que ésta explotara en múltiples pedacitos. Mientras su amiga intentaba hilar todas las ideas, pero las preguntas se le agolpaban hasta que no pudo más.

-     ¿Cómo la nueva? ¿Te volviste del grupo selecto de científicos? ¿Cómo? ¿Por qué tienen a ese chico? ¿Qué es lo que hace o a qué le temen? ¿Es humano? ¿Y si lo liberas y resulta que es peligroso? ¿Y si nos mata a todos los que hicimos experimentos con él? comenzó Marina con su letanía de dudas y podría haber seguido un buen rato, si Sara no la hubiera frenado.

-     ¡Alto! - exclamó en voz más alta de lo que quería - yo también ya me hice muchas de esas preguntas, pero tú sabes que el Químico Líder es muy hermético y no me dio respuestas. Pero ahora que tengo acceso a información selecta, investigué un poco.

Sara intentó explicar lo más tranquila que pudo que Alexander era capaz de manipular la vida de los demás con sólo pedírselos, incluso ordenar que murieran, pero que esa situación se presentó cuando comenzaron a insistir que era requerida su descendencia, pues él se negó inmediatamente a esa situación. Era por esta razón por la que intentaron de múltiples formas entender el funcionamiento de sus capacidades y replicarlas en otras personas o bien, obtener descendencia que pudieran manipular desde temprana edad, teniendo un arma a su entera disposición. Por su puesto esto último no lo había leído de manera literal, pero la intención era clara en lo reportes que había revisado.

-     Ahora podrían tener en su poder esta última posibilidad - indicó con algo de rubor Sara, quizá recordando las circunstancias en las que había obtenido la muestra - y yo se las daré.

-     ¿Obtuviste una muestra fértil del sujeto? ¿Mediante biopsia?

-     Esas técnicas ya las habían probado sin resultados, aparentemente Alex bloquea su capacidad de fertilidad.

-     ¡Alex eh! realmente te impactó el individuo - resaltó Marina con obvias intenciones de obtener más información al respecto - y ¿cómo fue que obtuviste la muestra? ¡Diablos! - exclamó al ver cómo su amiga se sonrojaba.

-     No pienso contarte detalles Marina, así que no me preguntes. Sólo te diré que tuve que reducir el sedante y utilizar una dosis de ketamina.

-     ¡La droga de la seducción! - exclamó inmediatamente su amiga - ¡Vaya Sara me impresionas! ¿Pues qué fue lo que te ofrecieron a cambio?

-     Te contaré eso después, ahora lo más importante es que no fue lo único que hice mientras estuve en el laboratorio.

Marina escuchó con atención cómo Sara había reducido la dosis de somníferos mezclándolos con un catalizador que disminuiría su efectividad en aproximadamente 48 horas y esto fue en una proporción tan pequeña que era casi imperceptible a las mediciones diarias que se realizaban de rutina.

Además, destensó las cintas con las que sujetaban al prisionero y esto último lo dijo tratando de enfatizar lo molesto que le resultaba la situación. Incluso, tuvo tiempo de identificar el número de serie de las cámaras de vigilancia que estaban colocadas dentro del laboratorio y ahí es donde necesitaba de Marina, quien debía convencer a su novio de ayudarlas a desviar las cámaras para que pudiera dejar vulnerables los sistemas de cierre de las puertas, justo en el momento en que estimaba que Alexander fuera capaz de tener algo de conciencia para poder salir.

-     Estoy oficialmente ofuscada y confundida, ¡¿Vienes y me dices que sedujiste a un chico que es un asesino potencial y además quieres que le pida a mi nuevo novio que nos ayude a liberarlo?! - Marina no dejaba de dar vueltas en su cuarto y rascarse el hombro que era un tic nervioso que solía tener en momentos de gran tensión - Y si Cristian dice que no y nos denuncia.

-     No nos va a denunciar, es evidente que le interesas mucho, lo hubiera podido hacer la primera vez que cometimos una infracción ¿No crees? - aclaró Sara - aunque negarse a ayudarnos si es una posibilidad.

-     Y si ese es el caso, ¿Qué pasaría?

-     Pues Alexander se las tendrá que arreglar solo, yo pretendía que las cámaras no lo grabaran o sustituir las escenas por grabaciones previas, tú sabes, cómo lo hacen en las películas de espías - esto último lo dijo esbozando una leve sonrisa, que su amiga respondió con un movimiento negativo de cabeza. Eso le daría más tiempo para salir.

-     Supongamos que Cristian accede a ayudarnos, ¿Cómo pretendes distraer a todo el clan de científicos, supongo que siempre están muy pendientes del individuo?

-     Tengo un plan, lo que me recuerda que tengo que ir a hacer otra visita. ¿Cuento contigo Marina?

-     Sabes que sí. ¿Cómo podría negarte algo a ti Sara? Confío en ti y aunque todo esto me suena una locura, sé bien que es lo correcto.

-     Te quiero amiga - dijo mientras abría la ventana - nos veremos el lunes en la pista para que me digas sobre la respuesta de tu galán.

-     ¡Oye! podrías salir por la puerta, no creo que mis padres se despierten.

-     Es más divertido por la ventana.

-     ¡No me dijiste cuál será la distracción! - gritó Marina cuando Sara ya había comenzado a caminar.

-     ¡Les daré la muestra que tanto ansían! - respondió sin molestarse en voltear, así que no logró ver la cara de asombro y estupefacto de su compañera.

 MALOS PENSAMIENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora