Cuenta regresiva

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Bastaron los resultados de unos análisis para nublar la mañana de la vida de un hombre de treinta años, apasionado de los excesos, intrépido egoísta que buscó incesantemente su felicidad en todo lo material, hasta que llegó ese momento en el que los médicos le revelaron que sufría una enfermedad terminal que le daba de plazo sólo un mes de vida. Nada, ni el mejor tratamiento del planeta podría salvarle.

Su rostro ya pálido se mostró perplejo, nunca antes habría imaginado recibir tal noticia que ahora le estremecía el alma. Fue al hospital por una fatiga excesiva confiado de que con facilidad se resolvería, pero la realidad superaba por mucho su perspectiva, frenaba su estilo de vida y destruía por completo los planes que tenía.

Era complicado asimilar lo que oía, creer que pronto moriría era simplemente algo que no entendía.

Desde adolescente se esmeró por abandonar la pobreza que de niño sufrió; siempre buscó ser el mejor sin importar el modo para lograrlo, nunca le importó el camino, sino conquistar lo que él creía que era su destino. El éxito, el dinero y el poder fueron las metas que se trazó y por las cuales mintió, traicionó, estafó, hurtó, engañó, utilizó, manipuló, abusó, humilló e hirió a muchas personas, hombres y mujeres que se cruzaron en el pasaje de su vida, un pasaje corto que pronto llegaría a su final.

La noticia de su desahucio lo llevó a preguntarse el motivo por el cual aún no era feliz a pesar de ya haber logrado a sus treinta años todo lo que se había propuesto.

Ante el mundo era un soltero codiciado, empresario exitoso, "profesional" con crecimiento exponencial. Tenía todo y a su vez sentía que no tenía nada. La frustración comenzaba a atormentarlo, el vacío seguía en su alma topándose con la cruel realidad de que nada de lo que había hecho y obtenido podía llenar el hueco y que lejos de eso, lo había expandido haciéndolo sentir incompleto.

Estaba solo, ninguna persona lo amaba, rodeado de interés, hipocresía y repudio, desconocía lo que es el aprecio sincero, la importancia de la amistad, el valor de la familia, la virtud de la mujer y es que se había enfocado tanto en conseguir el poder de lo material que olvidó el poder principal, el trascendental, el del amor y pudo percatarse de ello hasta que se enteró que su tiempo estaba contado, ¿por qué? Porque, aunque había construido su vida en base a lo superfluo y padecía las consecuencias de ello al no lograr sentirse pleno, estaba perdido entre las múltiples distracciones del ocio y los vicios esperando llenar con ellos su corazón que cada vez se volvía más frío.

Decidió viajar a la playa y pasar sus últimos días de vida en aquel hermoso lugar, tan sereno y lo suficientemente alejado del bullicio para poder escucharse a sí mismo. Sentado y triste frente al mar, se puso a reflexionar.

Se preguntaba lo que pasaría cuando él muriera; dolorosamente reconoció que nadie lo extrañaría ni recordarían lo que era, porque ninguna persona goza de remembrar lo negativo y él se esmeró por no tener algo positivo, entendió su inmensa pobreza, ya que ni siquiera los logros eran de su pertenencia, pues habían sido forjados de manera corrupta y ruin adornados de apariencia que tenía que sostener con más mentiras destinadas al colapso desastroso derivado de la falsedad de su progreso.

Sincerándose con él mismo entró en desesperación, estaba enfadado al percibir que su peor enemigo todo este tiempo resultó ser él, propulsor de su desdicha, arquitecto de castillos de arena cuyas olas de la verdad ineludiblemente aparecerían para desmoronar lo que con verdaderos cimientos no se construyó jamás.

Deseaba no haber esperado estar en esa situación para valorar cada segundo de su existencia y hacerla auténticamente provechosa, usar para bien sus talentos, avanzar con sus virtudes y en el camino sembrar algo bueno en la vida de quienes le rodearan, porque estar tan cerca de la muerte lo impulsó a comprender que el verdadero éxito no estaba en la meta personal, sino en lo que se transmite a los demás, pues es la mejor manera de seguir presentes para la posteridad, aun cuando ya no sea físicamente, se mantiene vigente nuestra contribución para hacer de este mundo un lugar mejor. Sin embargo, ahora explícitamente había comenzado para él la cuenta regresiva.

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