Epílogo

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Buenos días. A las ocho cuarenta y cinco de esta mañana, tenía lugar un accidente en el cruce entre la calle 28 y la avenida Lexington al colisionar dos vehículos. Todo apunta a que el vehículo que circulaba por la 28 se ha saltado un ceda el paso colisionando brutalmente con el otro vehículo. En el accidente ha resultado gravemente herida la escritora Joanna Miles, cuyo automóvil ha quedado destrozado por el impacto. El otro conductor, del que se desconoce la identidad, ha resultado herido leve con algunas contusiones y ya ha sido dada de alta. La escritora continúa ingresada y permanecemos a la espera de un nuevo parte médico que nos aporte más datos acerca de su estado.

En otro orden de cosas…

-            Buenos días, Arthur, llegaré en un cuarto de hora, tengo que pasar a recoger unas cosas para la presentación de esta noche – le dije a mi editor.

-            No hay problema, Joanna, te esperaremos para la reunión.

-            De acuerdo… - frené de golpe, aquel estúpido se había saltado el ceda y poco faltó para darnos un buen golpe. - ¡Cabrón!

-            ¿Joanna? ¿Estás bien?

-            Sí, tranquilo. Casi me dan un golpe, pero estoy bien.

-            Bien, entonces, te esperamos aquí. Y cuelga ya, no sea que te den de verdad – se rió.

-            Hasta luego.

Primera parada, Starbucks. Necesitaría café para afrontar el día que tenía por delante. Pedí un cappuccino y uno de aquellos donuts bañados que me llamaban desde el mostrador y volví al coche para dirigirme a mi siguiente destino: Macy’s. Debía recoger el traje que había escogido semanas antes para la presentación del que era el tercer libro de la saga que me había hecho mundialmente conocida. Me abrumaba la fama, pero era todo lo que siempre había deseado. Desde niña. Escribir y conseguir vivir de ello. La parte desagradable del trabajo eran todas aquellas reuniones con los editores, las presentaciones, las reuniones sociales y, sobre todo, la prensa. Eso era algo que jamás habría previsto. Famosos eran los actores, los modelos, no los escritores, pero yo ya hacía tiempo que no podía ni tomarme un café sin que se enterara todo el mundo. Aunque, reconozco, estaba empezando a acostumbrarme y a saber lidiar con ello.

Recogido el traje sólo me quedaba una última parada: Barnes & Noble. Acababa de salir la última novela de Musso y no podía esperar a tenerla en mis manos y empezar a devorarla y, de paso, echaría un vistazo al escenario que habían montado para la presentación.

Me oculté tras mis gafas de sol. Aquellas Gucci enormes habían sido un regalo de mi hermana por mi último cumpleaños. Las detestaba, pero cumplían a la perfección su cometido de ocultarme de miradas indiscretas aunque era extraño pasearse por las tiendas con ellas puestas y llamaba algo la atención. Sonreí a la dependienta al entregarle el libro y los veinte dólares que costaba. Ella me entregó el libro en una bolsa y me devolvió la sonrisa despidiéndose amablemente. Salí de la librería guardando lo comprado en el bolso y regresé a mi coche para, al fin, ir a la oficina donde mi editor, comerciales y demás me esperaban para un briefing en que pondríamos sobre la mesa las ideas para la presentación, el rumbo que queríamos darle a la promoción del libro que, en principio, era el último libro de la saga. Por mi parte tenía muy claro lo que quería: una presentación sencilla que hablara del libro sin desvelar datos importantes y una promoción basada en book-trailers y alguna lectura en librerías y bibliotecas.

Pero ellos tenían una idea algo diferente. La saga estaba generando unos ingresos importantísimos para la editorial y, por consecuente, para mí. Personalmente el dinero me importaba más bien poco mientras pudiera seguir escribiendo, mas ellos no pensaban igual y no renunciarían a su tajada sólo porque yo tuviera planificado el final de la saga años antes de que ellos se interesaran por ella. Y ahí estaba el foco de las discusiones. Hasta entonces me habían permitido, más o menos, hacer lo que quisiera con mis historias y mis personajes, pero algo había cambiado durante el último año y lo que yo quisiera ya no importaba tanto como el dinero que dejarían de ganar si daba por terminada la saga.

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