PARTE I

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Muchas veces escuché a personas decir que cuando la vida te quitaba algo era porque tenía preparado algo mejor para ti y algunas otras eran creyentes del destino, que todos teníamos un plan en nuestra vida trazado y el cual no podía ser modificado por nada ni nadie, pero yo, yo pensaba que la vida más bien se regía por algo llamado Karma y que si eras bueno la vida solo te depararía cosas buenas, pero al parecer me equivoqué, no fue suficiente ser un excelente músico, uno de los pocos filántropos de Japón e intentar ser el mejor Tío del mundo. Mi vida no se rigió por el Karma, más bien por estar en el lugar  y momento equivocado, fue así como mi prominente carrera de pianista se vio truncada por un lamentable acontecimiento.

—Xiao-Lang, necesitamos hablar —la voz de mi madre resonó en el salón donde le realizaba los últimos arreglos a la sonata que presentaría en el concierto de beneficencia un par de horas más tarde.

—Dígame madre ¿sucede algo? —respondí bajando la tapa del panel del teclado y levantándome para ir a su encuentro.

—Creo que ya es tiempo que nos sentemos a conversar, tú sabes a lo que me refiero.

Como no iba a saber a lo que se refería, desde que cumplí la mayoría de edad mi madre insistía en que debía comenzar a interiorizarme en los negocios de la familia, una empresa multinacional a cargo de la distribución de tecnología de alta gama.

—¿Ha sucedido algo con mi padre? —las únicas veces en que mi madre retomaba ese tema de conversación era cuando él enfermaba, decía que ya estaba cansado de dirigir el emporio Li o cuando ambos discutían y ella le pedía el divorcio.

—Tu padre está bien, solo pensaba que ya has tenido tiempo de sobra para jugar a ser músico, ya tienes 28 años y creo es una edad prudente para hacerte cargo de la empresa familiar.

—Madre, pensé que había comprendido que la música para mí no es un pasatiempo, es mucho más que eso —intenté no perder los estribos ni faltarle el respeto a la mujer que me dio la vida.

—Xiao-Lang.

—Madre —respondí sin bajar la mirada, necesitaba que entendiera que hablaba en serio, no pensaba renunciar a mi sueño por una absurda tradición—. Sabes que mis hermanas están más capacitadas que yo para tomar ese cargo, ellas llevan años ayudando a mi padre con sus reuniones e informes, no comprendo porque te obstinas en que sea yo.

—Sabes que nuestro heredero es el único que puede ser el sucesor de tu padre, no es mi culpa que el resto de tus hermanas seas mujeres.

—Esa ley se puede modificar y lo sabe, a veces hasta creo que lo hace solo para no romper con las costumbres ancestrales y eso me parece mal —repliqué sin ocultar mi enfado, no permitiría que mi madre controlara mi vida hasta que ya no pueda hablar por su avanzada edad.

—No se trata de eso hijo, debes dejar de ser egoísta y pensar en lo que es mejor para nosotros como familia —obviamente respondió a la defensiva pero a pesar de ello yo no di mi brazo a torcer.

—¿Yo egoísta? Me parece que puedo tener todos los adjetivos calificativos que quiera menos ese, no después de elevar el apellido Li hasta el nivel internacional que tiene.

No era mi intención discutir con ella pero su comentario hizo hervir mi sangre, después del sinnúmero de conciertos que había dado a lo largo de todo el mundo, de ofrecer mi imagen y apellido para atraer benefactores para eventos de caridad y de ser reconocido mundialmente como un gran filántropo y con ello elevar el renombrado apellido Li, después de atraer a un sinfín de inversionista a la firma Li solo por portar ese apellido tuvo el descaro de llamarme egoísta a mí, quien llenó la cartera de clientes de la empresa familiar gracias a codearme con gente de la alta sociedad en los multitudinarios conciertos en los que participaba.

LOS ACORDES DE MI CORAZÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora