Cuando una pandemia letal azota la ciudad, el pánico se apodera de las calles. La orden es clara: evacuar o enfrentar un aislamiento forzado. Lexa, una joven con un espíritu indomable se ve atrapada en su departamento, rodeada por el silencio de una...
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Despertar en la pesadilla
Inicio:
Era de esas cosas que suceden tan rápido que cuando la gente común se da cuenta, ya es demasiado tarde. Rumores de una nueva enfermedad, similar a la influenza, circulaban, pero nadie lo tomaba en serio. La vida continuaba a su ritmo frenético, encaminándose hacia su propia destrucción. Todos tenían que pagar sus cuentas, el mundo no podía detenerse... o eso pensábamos.
Sídney, Australia:
Un miércoles cualquiera en el aeropuerto de Sídney. Eran las 6 am y Lexa, técnica de control aéreo, preparaba sus drones. En lugar de halcones, utilizaban drones con altavoces que emitían sonidos de águilas para ahuyentar a las aves del espacio aéreo. Lexa, la mejor técnica, tenía el horario más concurrido: las primeras horas de la mañana, cuando las aves despertaban en busca de alimento.
Al llegar a su puesto de trabajo, Lexa revisó los drones, sus baterías y funcionamiento. Luego, los cargó en la camioneta de control aéreo. Desde la torre, le informaban sobre avistamientos de aves y llegadas de aviones para que posicionara sus drones y las ahuyentara. Lexa se encontraba en la camioneta al final de la pista de aterrizaje cuando la radio tronó.
—Lexa, hola. Buenos días, Peter.
—De seguridad me piden que vengas a control aéreo.
Lexa se sorprendió; esto era inusual, especialmente a la hora pico de la mañana.
—¿No te dijeron por qué?
—No, de hecho, desviaron los aviones a Melbourne.
Lexa sabía que desviar aviones era señal de gravedad.
—Muy bien, Peter. Llego en dos minutos.
Lexa tomó sus drones, los cargó en la camioneta y condujo por la pista de aterrizaje hasta la torre de control. Al entrar al centro de control, se encontró con dos personas vestidas con trajes blancos para ébola y tres guardias de seguridad del aeropuerto. Uno de los hombres se dirigió a Lexa.
—¿Señorita Woods, ha tenido contacto cercano con alguien extranjero en las últimas 48 horas?
—Señor, trabajo en el aeropuerto. Aquí hay más extranjeros que en la ONU.
—Me refiero a contacto cercano.
—¿No? No he tenido contacto cercano. ¿Por qué estas preguntas?
—Necesitamos hacerle un exudado nasal para un análisis.
—Entiendo, pero no responde mi pregunta. ¿Qué está pasando?
—Se están presentando casos de una infección que ataca el sistema nervioso, provocando paranoia y una ira incontrolable. Se va a cerrar el aeropuerto. Les recomiendo a todos ir a casa y aislarse.
