Andrew
"Drew"
No recordaba que alguien me hubiera llamado así antes. No es como si me disgustara, pero que fuera el novio de mi hermana, quien me había besado la noche anterior, que me hubiera llamado así me parecía simplemente... incorrecto.
Abrí mis ojos y me giré a observar al invitado de honor. Aún tenía su brazo sobre su rostro y no se había tapado con las frazadas por lo que sólo lucía su costosa ropa interior. Él ni siquiera se había dejado puesta las medias.
Tenía un buen cuerpo, debía darle eso, para tener 17 años no se veía escuálido como casi todos los adolescentes de su edad. Él evidentemente entrenaba, tenía un poco marcado su abdomen y sus brazos. Además no tenía ni un bello visible. Podía ser que fuera lampiño, pero algo me decía que en realidad él se depilaba.
Me moví de la cama antes de observarlo más. Él era el novio de mi hermana. Sí. Quizás era lindo y sexy, y sí, estaba más que enterrado en el armario, pero no sería por mí por quién él la dejara. No recordaría lo de anoche, y yo no se lo haría recordar.
Fui por una ducha y luego descendí donde desperté a mis amigos de unos no muy amables movimientos. Ellos se despertaron de inmediato y comenzaron a juntar los desechos de la noche anterior. Nosotros no nos reuníamos muy seguido para hacer fiestas, pero era una regla inquebrantable no dejar al dueño de la casa con el desastre para ordenar.
Uno de ellos tomó la escoba y el otro el trapeador, afortunadamente todo iba muy rápido así que me ofrecí para preparar café y alimentarlos con algo antes de despedirlos definitivamente.
Fue mientras estaba de espaldas a la entrada de mi cocina cuando una presencia pesada se ubicó tras de mí. Supe que no era ninguno de los muchachos cuando se acercó demasiado, ninguno de mis amigos tenía ese tipo de cercanía con ninguno de nosotros.
—Buenos días —dijo con voz ronca y rasposa. Su cuerpo estaba casi pegado a mi espalda, su rostro se había inclinado a mi oreja.
Tragué saliva y lo miré de reojo antes de devolverle el saludo y concentrarme en poner el café en las tazas.
—¿Habrá uno para mí? —consultó dejando caer una de sus manos en la mesada, junto a mi cuerpo.
Él estaba groseramente cerca de mí, podía sentir el calor de su cuerpo irradiar hacía el mío. Pero también sabía que no podía apartarlo con brusquedad, tenía que ser sutil. Había manejado a niños más caprichosos que él.
—Claro —dije estirándome para alcanzar otra taza.
Giovanni dejó caer su nariz a mi cuello y aspiró suavemente.
—Te diste una ducha...
—Oye —advertí ignorando el tirón en mi entrepierna por el simple gesto. —¿No estás demasiado cerca?
—No lo suficiente...
Lo empujé con mis codos y me giré para encararlo. Él podía o no seguir ebrio, pero apostaba por lo segundo. Había tomado una ducha también y se lo veía bastante despierto. Traía su camisa desabotonada y también el botón del pantalón que nos había metido en esa situación incómoda.
—¿Qué haces?
—No más de lo que hice anoche —respondió tranquilo bajando su mirada a mi boca. —Tú sabes quién soy, y luego de lo que dije hace unas horas no tiene sentido seguir fingiendo contigo.
—Lo tiene porque tú eres el maldito novio de mi hermana —susurré apretando mi mandíbula con fuerza. Giovanni humedeció sus labios y volvió a ver mis ojos. —Dijiste que no la harías sufrir.
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Gambler
RomanceAfortunado en el juego, desafortunado en el amor. La historia de mi vida era así. Pero fueron tantas las veces que me fue mal que pronto el amor ya no jugaba conmigo. Yo jugaba con él. Y lo había aprendido a hacer muy bien. Me había convertido en...