El encuentro

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Mitzury

Me encuentro en mi camerino, quitandome el maquillaje de mi reciente presentación, cuando mi mánager Liam entra de la nada, con una sonrisa de oreja a oreja, pero no es como si no lo hiciera seguido.

- Soy fabuloso - se alaga y estira sus brazos, para después sentarse en el pequeño sillón aterciopelado de color rojo, que está junto a mi tocador.

- ¿A qué debo tantos alagos a tu persona? - le pregunto con curiosidad.

- Pues verás preciosa, tu papi te a conseguido un duelto con el famoso y atractivo cantante Leonel Manoa, lo sé lo se soy espectacular - echo los ojos en blanco cuando termina de hablar, adoro a mi padre, siempre hemos sido nosotros dos desde que mamá nos abandonó, pero aveces quisiera que al menos me preguntara que es lo que quiero hacer.

- Estoy harta de los dúos en los que tengo que fingir estar perdidamente enamorada de el chico, quiero intentar algo nuevo, ¿cuándo podré cantar mi canción en público? - le repetía lo mismo en cada presentación pero siempre evadia mi opinión. En realidad aveces me preguntaba si mi canción era tan mala y no me dejaba cantarla para no quedar en ridículo o el tenía un gusto muy selecto.

- Mira querida, tu canción es buena, pero no tan buena, ¿me entiendes?, ósea no se si es lo que el público espera de ti, es novedosa con poder, pero - hace una pausa y suspira - No es lo tuyo, ¿me entiendes? - nunca e entendido sus palabras cuando me dice no es lo tuyo, ¿lo mío no era innovar?, ¿la gente de verdad se decepcionará al grado de acabar con la carrera que tanto me a costado?

- Si claro - respondo afligida, con una sonrisa forzada, el se acerca y besa mi frente.

- Te prometo que será un éxito, cantarán Destino o Casualidad de Melendi y las Ha Ash - y como siempre, serán las canciones de otros artistas.

Mi padre sale de mi camerino dejándome sola y es entonces cuando aprovechó para quitarme el resto del maquillaje a toda prisa, me pongo mi abrigo naranja, unas gafas, mi peluca rubia y una gran bufanda gris.

Me doy una última mirada en el espejo, ocultando un mechón de cabello castaño que a quedado descubierto, lo acomodo, cubriendolo con la peluca y salgo sigilosamente de el camerino y me dirijo a la salida más cercana. Veo a un hombre de vigilancia que se acerca a toda prisa en mi dirección y me tenso, aún que intentó verme natural, de todos modos no es extraño mi atuendo ya que es invierno.

El hombre me mira de arriba a abajo con una mirada furiosa, mientras yo meto las manos en las bolsas de mi abrigo y agachó la mirada.

- Eh tu - me grita asiendo que pegue un pequeño brinco cuando pasó a su lado, pienso que me a descubierto cuando se pone frente a mi y me apunta con su dedo índice - tu no deberías estar aquí, así que largo - me jala del brazo y me saca arrastrando por el pasillo.

Al estar afuera sólo sonrió y me dirijo a dar un lindo y gentil paseo por la ciudad.

Es increíble, pasar a lado de la gente sin que todo mundo me mire o me pida autógrafos, soy una persona común y corriente caminando por la calle.

Mi sonrisa no desaparece de mi rostro en ningún instante, despuésde un rato de caminar veo una cafetería en la siguiente cuadra así que me dispongo a ir hacia ella, cuando de repente, veo a un chico chocar estruendosamente con un poste, cosa que hizo que mi sonrisa se borrara y fuera reemplazada por una mueca dolorida, eso debió dolerle.

Entiendo que nos distraigamos de vez en cuando, ¿pero chocar con un poste en medio de la calle?

Miro a ambos lados para después cruzar la calle y ofrecerle mi ayuda, el está en el suelo, sobando su cabeza, le ofrezco mi mano y el la recibe sin mirarme, pero cuando lo hace casi se cae de nuevo, pero lo sostengo del brazo, antes de dejarlo caer, para después regalarle una sonrisa.

Aquella Tarde De Invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora