Olivia 1

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Todo empezó en la Isla del Príncipe Eduardo el martes 5 de mayo de 2009 a las 5:26 de la tarde. Era un día normal y corriente pero lo que yo no sabía era que allí comenzaba mi historia de amor poco normal.

Me desperté de la siesta, por el hipnotizante olor proveniente de la cocina. Me sorprendió tal olor inundando los pasillos de mi casa, ya que raramente se preparaban comidas caseras por aquí, pero supe de lo que se trataba inmediatamente. Mamá me estaba preparando tortitas.
Entré con una radiente sonrisa a saludar a mamá y la vi como colocaba el plato con las humeantes tortitas rápidamente apiladas unas encima de otras. Me senté a la mesa.


-Buenos días cariño, te he preparado tu desayuno favorito- dijo mamá con una sonrisa.


-!Gracias mami!- las deboré en cuestión de minutos. -¿me puedes llevar luego al parque porfi?- puse mi carita más adorable que siempre ayudaba a convencerla.


-Olivia, ya tienes nueve años, puedes ir andando sola-


-¿De verdad? ¡Vale! Saldré en media hora- me hacía mucha ilusión porque significaba que no tenía que fingir ir al parque, si no que podía ir directamente a casa de papá. Mamá nunca me dejaba ir, pero yo siempre lo hacía a escondidas de ella igualmente, porque vivía cerca del parque.


-Perfecto. Ten cuidado, te veré a la hora de cenar-


Subí muy ilusionada a mi cuarto y busqué mi mejor vestido de flores, ya que era primavera y pronto terminarían las clases. Me peiné delicadamente y me coloqué el pelo en dos largas trenzas morenas y suaves como la seda. Por último, me puse mis bailarinas amarillas y salí dando saltitos dirigiéndome hacía la parte norte de el pueblo.
Caminé durante 20 minutos, y por fin llegué al parque. Ahora solo hacía falta coger una pequeña calle y ya estaría en casa de papá. Por alguna razón no seguí andando. Me paré allí, en medio de la calle, mirando fijamente los columpios. Parecía que me estuviesen llamando. Dudé sobre lo que debería hacer, pero al final me decidí por quedarme. Mientras me columpiaba vi a un niño que parecía mi edad acercarse a mi.


-¿Cuál es tu sabor de helado favorito?- esa pregunta me pilló por sorpresa.


-¿Qué?-


-Eso, que cual es tu favorito-


-emmm.... vainilla- y se fue. Dejándome patidifusa.


A los cinco minutos el niño misterioso volvió con dos helados, uno obviamente de vainilla y otro que aparentaba ser de pistacho con chocolate. Me tendió el helado. Mi madre siempre me decía que nunca aceptase comida de extraños.
El niño pareció leer mi mente porque me dijo:


-solo tengo nueve años, no te e envenenado el helado. Y encima me he gastado todo el dinero del tiovivo en el helado-

-Vale, gracias-

-Me llamo Benjamín Cortes-

-YO soy Olivia Benson-

BipolarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora