Ella contemplaba la luna una vez más es espera de ese despistado gato. No comprendía cómo es que terminaron las cosas de esa manera. Solo un día se percató que el llegaba constantemente a su balcón a hablar, aveces de temas sin relevancia, otras llegaba a contarle nuevos chistes (malos a su parecer) que a aveces le robaban una sonrisa. Otros días el llegaba con los ojos apagados y solamente atinaba a abrazarlo. Así poco a poco fue formando un lazo con ese extraño vestido de negro, humor sarcásticamente dulce y payaso como el solo.
Grande fue su sorpresa cuando a la noche número 16 ella era la que lo esperaba en el balcón. Y hoy como todos los días desde hace 3 meses estaba ahí, contemplando las estrellas, contándolas y esperando a ese minino caprichoso