Amor
Y Compromiso
Por:
F. C. R.
PRÓLOGO
La brisa perfecta, la temperatura ideal, incluso el paisaje del bosque con el sonido del arroyo era hermoso sino hubiera sido por la multitud de cadáveres que lo rodeaban.
El silencio inundó el paraje, solo el sonido del agua contra la roca, el viento rozando las piedras y las hojas cayendo de los árboles era capaz de percibir cualquiera que se asomara en ese momento.
Pero si alguien se hubiera presentado hacía unos minutos, aún sonaría en su cabeza los ecos de las balas silbando y los hombres desplomándose. La tinta roja con la que tan gratuitamente se repartía o como se regalaban plomo unos a otros hacía tan solo unos instantes. Esa sería la estampa que más recordaría de ese lugar.
Únicamente dos personas, hombre y mujer, se mantenían aún respirando y aunque esa cualidad sea propia de los vivos, uno de los dos estaba a punto de dejar ese camino para unirse a todos los cadáveres de alrededor.
Ambos estaban arrodillados el uno frente al otro a los pies del árbol que había sido testigo de la masacre. Inmutable, impasible, se resigno ese gran vegetal, pues no le quedaba otra, ante tal matanza. Nunca en su larga existencia había sido testigo de algo así y a pesar de que le avergonzaba tal comportamiento por parte del ser humano también sintió envidia por aquellas dos personas que habían demostrado su amor al otro de la manera más hermosa, sacrificándolo todo.
Ninguno de los dos quería hacer el esfuerzo de mirar al otro, y no por el trabajo que ello conllevara sino porque sería el último impulso que tendrían para ver con vida a su ser más amado.
Luchando como un ciego recién operado, que no sabe si su enfermedad está curada, sus globos oculares se abrieron no pudiendo resistir más y se encontraron el uno al otro sabiendo que eso era el principio de su despedida.
-“Te quiero”- consiguió decir ella
Él la miro con los ojos enrojecidos y sin poder articular palabra.
-“Y lo siento”- continuó
Bajó la mirada y la escondió entre su pelo como solía hacer por vergüenza.
- Yo…yo también lo siento y… te querré siempre” – Le contesto él.
Sus miradas se cruzaron un último momento, una mínima fracción de segundo en el que ambos visualizaron como hubieran vivido felices y solo por ese segundo mereció la pena morir.
El disparo se intensificó con la quietud del momento. El eco de la bala fue diluyéndose en el fondo del bosque, siendo sustituido por el grito de desolación al ver como el cuerpo sin vida caía entre las hojas del bosque.
1: Lucía - Algunos obstáculos te marcan para siempre
Llevaba más de un kilometro corriendo a más no poder. En estas situaciones siempre pensaba que no aguantaría y que al final me atraparían pero fuera de ese pensamiento estaba la rutina y la constancia que se va adquiriendo de repetir una y otra vez la misma cosa mil veces. En mi fuero interno sabía que pasara lo que pasara de una u otra forma siempre estaría ese callejón, esa tienda, alguna salida por una puerta trasera, aparentemente solo para ojos expertos, con la que conseguiría escapar por los pelos. Pero esta vez… esta vez llevaba más de 1 kilometro esprintando y mi cuerpo aunque atlético no aguantaba más.
Madrid es una ciudad grande, una enorme urbe en la que nadie se preocupa por nadie, cada individuo es un todo individual sin conexión con lo que le rodea. Aunque siempre estés rodeado de gente, es una comunidad solitaria en constante cambio. Como la selva. No veras a un león ayudando a un antílope, solo veras que este aprovechara su debilidad en cualquier momento.