Cóctel Molotov

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Era un día ordinariamente tranquilo en el gran castillo de el reino de Yuuei. Los sirvientes arreglando todo y limpiando dejando un brillo a su paso por lo pulido que estaba todo, los jardineros realizando su correspondiente trabajo al cuidar del hermoso jardín que adornaba toda la entrada hacia el castillo y demás jardines correspondientes, los cocineros creando sus maravillosos platillos que deleitaban el olfato y abrían el apetito a cualquiera, personas iban y personas venían. Todo andaba particularmente normal...

Menos por una cosa.

_¡¿CÓMO QUE DEBO CASARME?!

Gritaba por la impresión un nervioso Izuku segundos después de que su madre, la Reina Inko, se lo dijera. Todos los trabajadores cercanos que estaban al alcance del grito voltearon rápidamente un poco anonadados por el hecho de que Izuku, su príncipe, gritara. Izuku rápidamente se tapó la boca por la vergüenza, el impacto había sido tal que no pudo contener ese grito dejando a una, ahora medio sorda, Inko igual de impactada; aunque por razones diferentes.

_Lo siento... Emm... Me lo puedes repetir? Creo que escuché mal mamá.

(Sí, seguramente me equivoqué. Seguramente escuché mal, sí, eso, escuché mal... Verdad? Dios, que haya escuchado mal!!)

_Dije que te debes casar cariño – decía Inko preocupada por la reacción anterior de su hijo, esperaba que se sorprendiera... Pero no que gritara de esa forma! Además, ahora el peliverde se encontraba viendo el suelo todavía shockeado por el cóctel molotov de información que le acaba de tirar su mamá explotando es su cara y haciendo polvo toda señal de broma. Está en blanco, pareciera que se haya convertido en una más de las estatuas que adornan el jardín por el que pasean.

         (... Joder, estoy perdido)

_ Hijo... Estás bien? – Inko le puso la mano en la mejilla al ojijade logrando sacarlo de su transe, si no fuera porque goza de buena salud juraría que está a punto de darle un infarto al chico.

_E-h sí, sí mamá. Estoy... Bien. – Midoriya sabía que no tenía otra opción, después de todo y aunque sea el príncipe, era un omega en un mundo de alfas. Se notaba un atisbo de desilusión en su mirada algo apagada, no quería casarse, era joven, quería disfrutar de su, metafórica, libertad de soltero. De pronto sintió una mano que lo hizo levantar la vista para encontrarse con la amable y cariñosa mirada de su madre.

_No te preocupes tanto hijo, sé que es una decisión difícil... Pero así es la ley y nos apegamos a ella para que haya paz entre los reinos. Un rey es por su pueblo y tú debes pensar por los tuyos. Intentaré hacer algo por ello, después de todo, he esperado mucho para decirte esto. Tranquilo mi niño, estoy segura de que falta bastante para que los demás reinos piensen en ese tipo de cosas. –Inko le regaló una sonrisa dulce a su hijo, de alguna u otra forma siempre lograba reconfortarlo y darle los ánimos necesarios para seguir.

_Gracias mamá... – Izuku abrazó a su madre, agradecía que siempre estuviera con él y lo tranquilizara.

(Sí, no me voy a preocupar, no es como si fuera a ocurrir todo                eso pronto, verdad?...)

                           .

                           .

                           .

               4 horas después

  (No me puede estar pasando esto a mi, por el amor de Dios!!!)

Un nervioso Izuku se encontraba con su madre en la sala del trono escuchando atentamente a dos mujeres, mensajeras del reino de los Todoroki y de los Bakugo, que venían a traer una noticia "urgente" de parte de su Rey.

Entre polos opuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora