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A la mañana siguiente, Tartaglia se había ido a hacer sus asuntos. Paimon y el viajero intentaron hablar con él, pero él simplemente los rechazó con un gesto de desagrado diciendo que “le dolía demasiado la cabeza como para hablar con ellos”. La resaca que debía estar pasando tenía que ser terrible.

Ellos se tomaron su tiempo para dejar la posada, desayunaron, se bañaron y cuando se sintieron listos, pasaron a querer pagar la cuenta. A lo que la administradora dijo que ya había sido pagada por “el chico pelirrojo de mala cara”.

Seguramente esa era su forma de agradecerles por su ayuda la noche anterior.

Los días pasaron sin mucho cambio en sus rutinas. Hacer sus deberes en el gremio y luego gastar sus recursos en lo necesario. Por lo menos esto sería así hasta que la capitana Beidou les diera luz verde para continuar su viaje a Inazuma.

En estos momentos, estaban saliendo del gremio luego de reclamar su paga.

—¡Terminamos a tiempo para el almuerzo! —dijo Paimon con emoción.

El viajero la vio con ojos entrecerrados.

—No sé porqué siempre hablas en plural, como si tú ayudaras en algo a la hora de hacer encargos. Tú solamente estás ahí, flotando y viéndome hacer todo el trabajo.

Paimon sintió un flechazo de culpa atravesar su pecho.

—Ehe… —rió con nerviosismo— Bueno, ¡mi trabajo es darte ánimos!

—Mhm…—respondió el viajero viéndola con desaprobación.

Ambos se dirigieron al restaurante para poder comprar su almuerzo. Y mientras estaban en la fila, Paimon habló.

—:Oye, ¿ese no es Zhongli? —dijo señalando hacia una mesa y antes de que el viajero pudiera contestar, ella se le adelantó— ¡Zhongli! —saludo agitando su brazo.

Zhongli miró en su dirección, les sonrió y devolvió el saludo.

—Ah, ustedes —dijo una vez estuvieron lo suficientemente cerca—. Es un placer verles de nuevo.

—Igualmente —respondió el viajero—. ¿Vas a almorzar?

Zhongli asintió.

—Así es, ¿les gustaría acompañarme?

Paimon estaba a punto de aceptar con alegría hasta que se dio cuenta de algo.

—Espera —habló deteniéndose—… No estarás invitándonos para luego decirnos que paguemos la cuenta, ¿o sí?

Zhongli rió con ligera vergüenza.

—¿Es que acaso ahora me ven como una clase de vividor?

Paimon se cruzó de brazos.

—Tal vez.

Luego de que les sirivieran la comida, el viajero recordó aquella situación con Tartaglia hace días. Y se preguntó si las cosas habían mejorado, por lo que decidió confirmar

—¿Cómo van las cosas con Tartaglia, señor Zhongli?

Zhongli quién masticaba su comida a un ritmo ligero, empezó a masticar con más lentitud. Si lo observabas con suficiente atención, podías notar una luz apagada en sus ojos. Zhongli tragó su comida lentamente, tomándose su tiempo para contestar.

—Él —musitó—… Creo que ha estado evitándome.

Paimon y el viajero se miraron.

—¿Evitándote? —repitió Paimon con ligera incredulidad.

Un lugar especial en el corazón | Tartaglia x ZhongliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora