Cuando éramos un equipo.

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[ Recomiendo poner la canción para una mejor experiencia ]

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Elizabeth:

Aún recuerdo cuando éramos un equipo.

Solíamos ayudarnos en las labores del hogar; siempre te quejabas de lo difícil que era retirar la comida de los platos de porcelana que teníamos, y terminabas con cayos en los dedos por usar tanto la esponja.

Teníamos un cierto chiflido para identificarnos; no necesitábamos gritarnos, pues cada que nuestros labios se juntaban para silbar, corríamos a atendernos.

Buscábamos conchitas de mar cada vez que salíamos a la playa de Camelot, te encantaban las que llevaban colores, y a mi las huecas. Siempre terminábamos trayendo una cubeta llena de ellas para decorar la pecera de Darwin, nuestro pez.

Navegábamos por los cientos de sitios en internet para distraernos; siempre terminábamos viendo series animadas, o algún documental de animales en peligro de extinción.

Jugábamos con toqueteos discretos, llamando la tención carnal de cada uno para después terminar entre las sabanas, la alacena o el sofá; tú siempre decías que yo era la más pervertida, sin embargo, tus palabras en doble sentido nos hacían cambiar de opinión.

Aprendíamos a cocinar en casa de tu madre; siempre te regañaba por comerte las sobras del cucharon. Aprendíamos a bailar en nuestro apartamento, sin embargo, nunca fuimos buenos en eso, por lo que nos rendíamos a mitad de cada canción.

Asemejábamos los celos; y aunque yo solía ponerme celosa con frecuencia, al final me enseñaste a confiar en ti, dejando de lado los celos sin sentido, abriendo paso a una nueva confianza, a tal grado de ser libres en elegir amistades femeninas y masculinas. Siempre con la distancia que los amigos se merecen.

Repartíamos palabras melosas; tú siempre me dijiste que las mías eran las mejores, pues podía escribirte todo un párrafo narrado de sentimientos que salían de mi corazón. 

Compartimos el gusto por la lectura y la escritura; yo me adentre más a aquel mundo, dándome paso a escribir mis ideas en sitios donde me acogí bastante bien, tú siempre estabas ahí, siendo mi fan número uno cada que subía un nuevo capítulo, mientras que yo te enseñaba a escribir con formalidad.

Escribíamos mensajes a cada minuto cuando tú te ibas a Camelot, nos mandábamos audios con cualquier oración solo para poder escuchar nuestras voces, nos llamábamos con cualquier pretexto solo para hablar por horas, nos mandamos fotos para sacarnos sonrisas con nuestras curilerías.

Escribíamos mensajes a cada minuto cuando tú te ibas a Camelot, nos mandábamos audios con cualquier oración solo para poder escuchar nuestras voces, nos llamábamos con cualquier pretexto solo para hablar por horas, nos mandamos fotos para sacarnos...

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El desorden que dejaste ¦ Melizabeth ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora