Capítulo Único

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Hidan era un completo masoquista, eso era algo que cualquiera que lo conociera tendría claro.

De hecho, él había entrado a todo ese mundo del D/s buscando un dominante que supiera disciplinarlo, alguien con quien supiera que si se portaba mal iba a recibir su castigo.

Por eso consideró que Kakuzu era su hombre ideal.

Aún recordaba su primer encuentro con esa maravilla de hombre. Sinceramente no recordaba haber experimentado un orgasmo tan placentero hasta entonces. Es por eso que no se separó de él.

Kakuzu solía ser bastante estricto con respecto a sus normas, pero Hidan las rompía todas algo que no parecía molestarle en absoluto. Sin embargo el albino también había encontrado satisfactorio el obedecerle, sobretodo debido a las recompensas que solía darle luego de hacer algo bien. Como dejar que él lo follara, por ejemplo, una de sus favoritas. Aunque tenía que portarse exclusivamente bien para ganarse ese privilegio Hidan ya había tenido la oportunidad de ver lo bueno que era Kakuzu a la hora de ser pasivo.

No estaba del todo claro su relación, bien podían ser solo amantes, típica relación de un Dom con su Sub o algo más, pero lo cierto es que ninguno de los dos se separaba demasiado tiempo del otro desde que se habían ido a vivir juntos. Incluso Hidan solía ir a visitar al mayor a su trabajo en el bar gay del cual era dueño y que se encontraba convenientemente a solo una calle de distancia de la casa que ambos compartían.

Y ahí estaba ahora, dentro de la oficina de su pareja y oculto debajo del escritorio, con la gran polla de Kakuzu dentro de su boca. Levantó la vista hacia el mayor, viendo que este soltaba algunos gemidos por lo bajo mientras se aferraba a los brazos de la silla.

-Voy a... correrme. -Kakuzu entrelazó sus manos en el cabello del albino.

Aumentó sus esfuerzos hasta que el cuerpo del moreno repentinamente se tensó. El pene en su boca estaba tan duro como una roca, esparciendo su caliente crema explotó dentro de la boca de Hidan. Este tragó tan rápido como pudo, lamiéndolo y acariciándolo con su lengua. Incluso cuando Kakuzu había terminado, Hidan se rehusaba a liberar el pene de su boca.

-Alguien viene, -murmuro Kakuzu entre dientes-. Sal ya mismo de ahí abajo.

Hidan sacudió la cabeza. No quería soltar su juguete. Se deslizó debajo del escritorio de Kakuzu. Tomando la orilla de la silla del moreno, la arrastró hasta que él y la mitad del cuerpo del mayor quedaron escondidos en el lugar para las rodillas.

-¡Hidan! -Kakuzu murmuró más fuerte-. Por un demonio, sal de ahí debajo.

Hidan sacudió la cabeza de nuevo, tirando del pene del moreno. Sonrió cuando Kakuzu gruñó.

Algunas veces un sumiso tenía que portarse mal. Obviamente esa era una de ellas. Hidan sabía que iba a estar en problemas por desobedecer, pero en ese momento no le importaba.

-¿Kakuzu?

Hidan se congeló cuando oyó la extraña voz que llamaba. ¡Oh, mierda! Quizás debería salir de debajo del escritorio. Hubiera jurado que era Kisame, un viejo amigo del más grande, no un completo extraño. Kakuzu se iba a enojar.

-Kisame, ¿Cómo estás? -Kakuzu saludó-. Oye, ¿puedes cerrar la puerta, por favor?

Los ojos de Hidan se abrieron más cuando oyó la puerta cerrarse. Sabiendo que estaba en una profunda mierda, el albino sacó el pene de Kakuzu de su boca y apoyó la cabeza en sus muslos. Movió su mano para acariciar suavemente la pierna de Kakuzu en un esfuerzo para mostrar su arrepentimiento. Una sorpresiva mano agarró el cabello de Hidan. Su cara se presionó contra el pene de Kakuzu de nuevo. Hidan se rió en silencio mientras abría la boca y tomaba el pene del moreno de nuevo en su boca. Pero entonces dudó, inseguro de cómo proceder. ¿Debería chupar a Kakuzu, aquí y ahora, con otro hombre en el cuarto? Cuando el mayor tiró de su cabello, Hidan tenía su respuesta.

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