Prórroga

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Disclaimer: Black Clover y sus personajes pertenecen a Yūki Tabata.

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—Papá, ¿mamá y tú cómo os conocisteis?

Yami terminó de arropar a su hija pequeña y se quedó mirándola intensamente. ¿A qué venía esa pregunta? La niña, con los ojos abiertos, le clavaba la mirada con curiosidad y demandando una respuesta inmediata. Sus iris marrones, exactamente iguales que los suyos, a veces, lo intrigaban mucho.

Hana tenía un carácter muy diferente al de su hermana mayor y ser curiosa no estaba entre las características de su personalidad, por lo tanto, a Yami le resultó extraño que preguntara eso de forma tan repentina.

—Hana, es hora de dormir. Otro día te lo cuento.

—Pero no tengo sueño —se quejó la niña con el tono de voz algo suave.

—Es tarde —dijo Yami mientras se agachaba para darle un beso en la frente y volverla a arropar—. Hablamos mañana, ¿vale?

La niña simplemente asintió. Se dio la vuelta en la cama y Yami salió de la habitación después de apagar la luz.

Mientras andaba por el pasillo, se quedó pensando en la pregunta que le había hecho su hija. Yami y Charlotte se conocieron mucho antes de ser ambos capitanes, incluso antes de que la mujer rubia fuera integrante de las Rosas Azules. Sin embargo, Yami no se acordó de ese hecho hasta ese día y lo hizo justo después de aquella conversación con Hana.

 Sin embargo, Yami no se acordó de ese hecho hasta ese día y lo hizo justo después de aquella conversación con Hana

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Yami bostezó cansado. Estar en un escuadrón era divertido, pero las patrullas de reconocimiento que tenía que hacer junto a Julius no lo eran tanto. Especialmente, porque su capitán se empeñaba en enseñarle todos y cada uno de los rincones de la ciudad y eso ya no le interesaba en absoluto.

En esta calle están algunas de las casas de las familias nobles del Reino del Trébol. ¿Quieres que te las enseñe?

Por supuesto que no —dijo Yami mientras arrastraba de forma cansada las palabras. ¿Qué interés iba a tener él en conocer las casas de los ricachones del reino?

Vamos, hay gente aquí con una magia asombrosa.

Creo que voy a pasar... —murmuró el chico, dándose la vuelta para irse.

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