1

998 129 89
                                    

En su familia los únicos hijos, nietos y sobrinos eran su hermana Miwa y él, no hay otros nietos o nietas, primos o primas, y mucho menos bebés, el era el primero de la familia Kageyama en tener un hijo, y por lo mismo era un total inexperto en el tema.
En los dulces 6 meses de embarazo que llevaba Shoyo hasta ahora Tobio había presenciado y aprendido muchas cosas, entre ellas estaban los cambios físicos, hormonales y de gusto.

Todos los días era una nueva sorpresa.

El vio como el cuerpo de Shoyo desde el inicio se adaptó y se preparó para el embarazo, el vio todos y cada uno de los cambios.
Le vio dormirse en cualquier superficie que encontraba cómoda, le vio comer cosas que antes ni en sueños hubiese imaginado probar. Y por supuesto le vio cambiar de humor.

Shoyo estaba muy sensible, muy mimoso y necesitado de cariño.

Su esposo tenía licencia por embarazo, por lo cual se quedaba en casa mientras él iba a trabajar.
Trabajaba de mañana, tarde y llegaba por la noche a casa, por lo mismo, Tobio volvía agotado, últimamente apenas y tenían tiempo para estar juntos.

Se duchaba, cenaba, pasaban unos minutos con el y se iba a dormir. Sus ojeras eran muy notorias, el dolor muscular, el sueño y las pocas ganas de hacer otra cosa también.
Shoyo no quería molestarle, estaba en una etapa en la que se sentía una carga, una molestia, si antes no le pedía o no le exigía nada, ahora mucho menos.
Y Tobio no se daba cuenta de lo que pasaba por la pequeña cabecita de su esposo.

Una noche, a Tobio lo despiertan sollozos, susurros e hipidos. Abrió los ojos despacio, molesto por ser despertado, observo el reloj de la mesa de luz, era media noche, se dio vuelta buscando lo que lo despertó y lo ve.
Echo un ovillo, sujetando y acariciando su vientre, Shoyo lloraba en silencio, le arrullaba a su bebé y temblaba también.

Tobio se asusto mucho, pensó que había un problema.

Shoyo, hey ¿que sucede pequeño? - Le pregunta mientras se reincorpora a su lado, prende la luz de la mesa de noche y le acaricia la espalda.
No sucede nada - Dijo él, haciendose más pequeño.

Se recriminaba el hacer ruido, Tobio tenía que trabajar mañana temprano y el va y hace que se despierte.

Shou, da la vuelta y dime - susurró.
Solo es una tontería, no me hagas caso - Le contestó.
No es una tontería si te hace llorar de esa manera - replicó Tobio.
¿Me prometes que no te enojaras? - Le preguntó.
¿Porque habría de enojarme? - contesto con otra pregunta Tobio.
Quiero helado - Le dijo con miedo, como si ese no fuese un motivo suficiente para despertarle a media noche.

Antes de que pudiera contestarle, Shoyo volvió a hablar.

Quiero helado y no hay en casa, y no tenemos un lugar cerca donde pueda comprar, y sabes que el doctor me prohibió usar el auto, perdón, no quería molestarte, no quería ser una molestia para ti, solo es eso, no me hagas caso - dijo de una manera muy rápida aún llorando.

Tobio sintió una punzada en el pecho.

Cielo, tu no eres una molestia para mi, es normal que tengas antojos, no tienes que guárdate esto para ti, debes decirme, si yo me la paso ocupado trabajando es para poder cumplir con este tipo de cosas.
Es mi deber como padre y esposo el cuidar de ti y nuestro bebé - Le contestó.

Tobio no espero a que Shoyo diga algo, se levantó, se vistió, tomo su billetera, las llaves del auto y se acerco otra vez a la cama.

¿Tienes tus notas? - preguntó haciéndole caricias en las piernas.
Si - dijo Shoyo mientras abría su cajón y sacaba sus notas y una pluma.

•Antojito de media noche•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora